Opinión

MENSAJE PARA OCCIDENTE Y EL MUNDO ISLÁMICO

La oleada de indignación traducida en violencia que sacude a los países islámicos, por lo que consideran ataques a su religión, sitúa una vez más a Occidente ante la necesidad de defender por una parte la libertad de expresión inherente a la democracia, y exigir por otra el respeto a las creencias religiosas. Tras las imágenes difundidas por Interne de una película que ridiculiza a Mahoma y que costaron la vida al embajador norteamericano en Libia, el semanario francés 'Charlie Hebdo' ha decidido publicar unas caricaturas ofensivas que han obligado al cierre de las embajadas y colegios franceses en países musulmanes. Parece que nos encontramos ante un nuevo choque de civilizaciones y culturas que entienden la libertad de manera muy diferente. Mientras en Occidente prima la libertad de expresión en el marco de las libertades democráticas, en el mundo musulmán se defiende, por encima de cualquier consideración, el respeto al Islam que impregna todos los aspectos de la vida pública y privada.


El error es doble. En Occidente no se debe considerar la libertad como ausencia de vínculos éticos y de responsabilidad. Una libertad que se convierte en patente de corso para ofender, difamar y atentar contra las convicciones más profundas, no merece ese nombre... Pero tampoco la defensa de la fe puede justificar el fanatismo, la violencia y la imposición. Religión y razón necesitan purificarse recíprocamente de sus respectivas patologías. Así lo sostiene, no sólo el entonces teólogo Ratzinger, sino también el filósofo J. Haberlas, cuando ambos afirman: 'La razón evita que la religión caiga en el fundamentalismo y en el fanatismo, la religión impide que la razón puramente técnica y positivista sin control ético produzca atropellos'. 'Los sueños de la razón producen monstruos', dibujó Goya.


La reciente visita del papa al Líbano ha sido ya en sí misma un elocuente mensaje de paz, pero no por ello ha dejado Benedicto XVI de señalar algunas verdades incómodas como la necesidad de que el Islam se abra al diálogo con la razón y la razón respete las creencias. La ley natural es ese lugar en el que todos podemos encontrarnos, aunque antes es necesario abrirse al otro y dejar a un lado muchos prejuicios. Es una advertencia dirigida a los fundamentalistas, pero también a los nuevos ilustrados de Occidente, tan empeñados en imponer la indiferencia religiosa al resto y exaltar la libertad hasta el libertinaje.

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