Opinión

Tiene sentido

Una de las experiencias más enriquecedoras que tenemos la fortuna de vivir los sacerdotes es atender a tantas personas mayores que nos solicitan que les llevemos la comunión a sus casas porque por motivos de edad o salud ya no pueden acercarse a la parroquia; cada una de ellas es una realidad que nos ayuda a tener la seguridad de que nuestro ministerio sigue siendo necesario y sigue teniendo sentido.

Cuando estas personas, con situaciones humanamente difíciles, muestran la alegría de poder recibir al sacerdote que les acerca al mismo Cristo en la comunión uno se sorprende, quizás por falta de suficiente fe, de la alegría que supone para ellos. Personas que han pasado por tantas circunstancias difíciles en su vida, que poseen una experiencia acrisolada en el sufrimiento, que, a pesar de los pesares, mantienen firme su fe en la misericordia divina. Todas ellas son una lección para los sacerdotes que tenemos el privilegio de poder llevarles a Cristo en la comunión.

Perdonen que cite a un colaborador de este diario y del que siento la satisfacción de haber sido alumno: “La fe. Son pocos los que la alcanzan ¡pero que amparados se sienten!; no sienten la angustia, disfrutan de la vida; esperan la muerte con serenidad del que ha encontrado el camino. Han oído la palabra y han gozado la verdad.”

Quizás mi antiguo profesor, don Gonzalo Iglesias Sueiro, me sugiera que hago trampa porque esta es la expresión de un anhelo de algo que algunos echan de menos, pero también es la constatación de una realidad que continúa iluminando la vida de tantas personas.

Cercano el día del Seminario, día de san José, vale la pena resaltar la importancia de la vocación sacerdotal, el privilegio de sentirse llamado a dar la vida en servicio a los demás, no por méritos propios, sino porque Dios nos ha “primereado”, en expresión del papa Francisco, porque él nos ha amado y nos ama con amor de predilección. Esta es la seguridad que nos da la fe, esa seguridad que nos da amparo, que nos da serenidad, que nos hace gozar y nos llena de confianza.

Muchos son los que juzgan a los sacerdotes por la experiencia personal del contacto que han tenido con ellos, a veces salimos malparados, otras no tanto. Pero cuando uno mira a los ojos a esas personas de que les hablaba al comienzo se da cuenta de que ellos sí saben el sentido de nuestra vida, ellos sí han calado la profundidad del ser sacerdotal.

El Día del Seminario sigue teniendo la palpitante actualidad en orden a la reflexión que todos los creyentes debiéramos tener en una jornada y siempre hacia esa realidad que sigue siendo fundamental para cualquier comunidad creyente. Porque tal vez tenemos tiempo para casi todo menos pare reflexionar en algo tan fundamental y necesario y que posee pleno sentido en nuestra vida de fe. Una comunidad debiera cuidar con esmero el Seminario para que de Vistahermosa salgan muchos y santos sacerdotes.

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