Opinión

El incomprensible Kirill

(JOSÉ PAZ)
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Los cristianos ortodoxos, desde 1054 con el Cisma de Oriente, han pasado muchas vicisitudes y tal vez les ha faltado el “aggiornamento” que los católicos hemos tratado de llevar a cabo sobre todo después del Vaticano II. La Iglesia oriental, tanto la base como la jerarquía, dan la impresión de que vive anclada en el pasado. Tenemos todos los cristianos las mismas pautas a seguir, que están en las Bienaventuranzas que fundamentan y miran a los Derechos Humanos. Es un mensaje de paz, concordia, dialogo y amor que atañe a los bautizados sin excepción. Mirando para estos principios básicos, es incomprensible, la postura del patriarca ortodoxo Kirill, empecinado en apoyar a Putin y la guerra en Ucrania.

El patriarca Kirill nació en Leningrado (San Petersburgo, 20-11-1946), de nombre secular Vladímir Mijáilovich Gundiáyev, y es el decimosexto patriarca de toda Rusia y cabeza de la Iglesia ortodoxa rusa desde 1-2-2009, cuando sustituyó a Alejo II. Fue ordenado sacerdote (1-6-1969) y más tarde obispo (14-3-1976). Sus estudios fueron en Leningrado, en la Academia Teológica. En junio de 1970 le fue conferido el título de candidato a doctor en Teología y después de la defensa de la tesis permaneció en la Academia como profesor de Dogmática. En 1971 fue nombrado representante del patriarcado de Moscú en el Consejo Mundial de las Iglesias.

En 1976 fue consagrado obispo; en 1977, arzobispo, y el 12 de octubre de 1978 despedido del puesto y designado gerente de las parroquias patriarcales en Finlandia. Es trasladado al departamento provincial por negarse a votar en 1980 en contra de la resolución del Conejo Mundial de las Iglesias, y la razón fue porque estaba en contra de la invasión en Afganistán. 

El 14 de noviembre de 1989 fue nombrado presidente del Departamento de Relaciones Eclesiásticas Exteriores del Patriarcado y miembro permanente del Santo Sínodo. Y desde 1990 es presidente de la Comisión del Santo Sínodo para la reactivación de la educación y la caridad religiosa y moral. El 25 de febrero de 1991, Alexis II le nombra patriarca metropolitano. En 2008, tras la muerte de Alexis II, presidió su funeral y tomó la decisión de ser uno de los ideólogos del sistema político creado por el presidente ruso, Vladímir Putin. En sus homilías, ha llegado a pedir el apoyo al Kremlin y el Ejército ruso en su guerra santa con el que, a su entender, es el Anticristo: el Gobierno de Ucrania.

Kirill es el único gran líder religioso mundial sin condenar la agresión a Ucrania. Bartolomé I lamenta que Kirill se haya identificado tanto con Putin y llame cruzada a una guerra que, dice, daña el prestigio de la Ortodoxia. Cientos de clérigos ortodoxos de todo el mundo acusan al patriarca Kirill de crímenes morales y demandan que sea juzgado por herejía –y excomulgado– por el Consejo de Prelados de las Iglesias Orientales, el máximo tribunal de justicia eclesiástico ortodoxo.

La Iglesia ortodoxa no tiene una unidad jerárquica y está constituida por 15 Iglesias autocéfalas que reconocen solo el poder de su propia autoridad jerárquica, pero mantienen entre sí comunión doctrinal y sacramental: son la de Constantinopla, la rusa (con más de cien millones de fieles), la serbia, la rumana, la búlgara, la chipriota, la georgiana, la polaca, la checa y eslovaca, la albanesa y la ortodoxa de América, así como las muy prestigiosas pero pequeñas de Alejandría, Jerusalén y Antioquía. Bartolomé I, patriarca de Constantinopla, declaró que “no existe ningún territorio canónico de la Iglesia ortodoxa rusa en Ucrania, ya que Moscú se anexionó la Iglesia ucraniana en 1686 de forma canónicamente inaceptable”. Por eso revocó la validez de la carta sinodal de 1686, que concedía el derecho al patriarca de Moscú para ordenar al metropolitano de Kiev.

Actualmente la fortuna de Kirill se estima entre 4.000 y 8.000 millones de dólares. O sea, todo un “canto” a la pobreza evangélica de las Bienaventuranzas… De ahí el sobrenombre de “oligarca eclesiástico”. También se le conoce como “el monaguillo de Putin”, expresión del papa Francisco en su entrevista al Corriere della Sera (13-5-2022). El Consejo de Iglesias y Organizaciones Religiosas, que agrupa a cristianos, musulmanes y judíos, denunció la “injustificada crueldad” de la agresión rusa. “El diálogo es la única manera de detener la guerra”, ha dicho Bartolomé I. 

Son muchos los que afirman que lo mejor que el patriarca Kirill podría hacer ahora mismo es dimitir. Que se vaya a su quinta de Suiza a disfrutar de sus dólares. Cuesta ver a este hombre hablando de pobreza en la Catedral de Moscú a fieles que sólo llevan lo puesto entre la noche y el día. El Patriarcado ruso no se merece calamidades de este nivel. Y menos la Ortodoxia mundial.

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