Opinión

Un verano movido

Coincidirán conmigo en que este verano ha sido bastante agitado. Además de la incertidumbre politica del país se han añadido el Brexit, lo de Turquía por aclarar, el terremoto en Italia, las elecciones gallegas y vascas y, por si algo faltaba, las olimpiadas de Rio de Janeiro con un país, Brasil, viviendo también en la incertidumbre que la corrupción crea por doquier. Y ha vuelto la lamentable lacra de los incendios tanto en España como en Portugal, dejando calcinadas miles de hectáreas e incluso muertos y destruyendo la flora, el paisaje y parte de la fauna. Tremendo problema también el de los incendios. ¿Cómo es posible que aún siga habiendo incendiarios que nos creen tanta zozobra? Gravísimo delito que debe ser duramente penado. Por si algo faltase se añadió la terrible tragedia de O Porriño.

Cada uno de estos hechos dan para serias reflexiones. Comenzando por lo que está aconteciendo en Brasil que es sumamente grave, con ingredientes de todo tipo, con un Lula que ha pasado de héroe a villano y una Dilma que, junto con su antecesor, merodean por los juzgados. Triste situación en aquel país de la samba y los carnavales. Y en un caldo de agitación máxima abucheando al primer mandatario Tamer y con la calle dividida, llegaron los Juegos Olímpicos también con sospechas de corrupción, sobre todo para con los deportistas rusos que se han visto cuestionados en gran parte incluso en el grupo paralímpico. ¿A dónde vamos a llegar? Algo tan noble y limpio como lo es el deporte y que se ve que tampoco se libra de la lacra del la corrupción. Y cuando esta plaga es tan universal algo tiene que funcionar muy mal. Un mal en el mundo que se ofusca en la cultura de la mentira y la trampa. Mal vamos.

Todo ello es lo que crea una crispación social incontrolable dentro de esta cultura actual sin rumbo y caminando en un sinsentido que nunca se sabe por donde va a salir. Vino la crisis económica, fruto logrado de esta cultura, pero la cosa se propagó al descubrir que esa crisis era mucho más profunda de lo que se creía y lo grave es que la solución se ve muy lejos si es que existe. Porque se ve que los parches y la línea que están dando los políticos están resultando ineficaces. Tiene que ser otra cosa distinta que de un vuelco a la sociedad enferma en la que estamos. Bien que me cuesta decir lo anterior porque por naturaleza quiero ser optimista y alegre pero visto el panorama parece imposible.

Menos mal que, en medio de las contradicciones parece que la economía va tirando, la prima de riesgo bajando, el turismo se recupera y la Vuelta Ciclista ha traído a Ourense y a Galicia en general una bocanada de optimismo e ilusión. Porque la gente lo que necesita es precisamente optimismo y alguien que les dé ilusión. Pasan las vacaciones que son un tiempo para el ocio, y al volver al trabajo normal y encontrarnos con la realidad lo hacemos pensando en que una etapa nueva nos va a incentivar confiando en que esas tremendas lacras sean algo pasado, las cárceles tomen cuenta de los delincuentes y podamos vivir en paz.

Porque de eso se trata, de buscar la paz interior y la felicidad tratando de obnubilarse de una realidad que queremos sea algo pasado y tirando del carro nuevamente. En eso confiamos cuando comienza un nuevo curso. Que dejen a un lado las tan reiteradas luchas, los incontables casos de corrupción y confiando en que nace una nueva etapa distinta y relajante donde podamos vivir sin sobresaltos y marginando tanta agresividad como nos acosa.

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