Opinión

La brecha digital también crea desilgualdad

El poder en Galicia identifica la brecha digital con el acceso a las nuevas tecnologías de la información. Y con ese criterio en la mano se respira cierta tranquilidad porque, según la Xunta, la brecha ligada a las infraestructuras de la comunicación se ha reducido en los cinco últimos años en más de diez puntos con respecto a la media española. Es bueno que haya avances en ese sentido, del mismo modo que lo es el aumento de los procedimientos administrativos que los ciudadanos pueden resolver a través de vías telemáticas. O la informatización de la educación y la sanidad, aunque en este último caso sea para darle privilegios a ciertos amigos. Por supuesto que sí. Pero la brecha digital no se mide solo así, por mucho que su definición coloquial reduzca el término a la diferencia de conocimientos sobre tecnologías de la información entre ciudadanos.

La desorientación que se observa en la Galicia política ante asuntos de vanguardia en el mundo no deja de llamar la atención. Y no ya solo porque la Xunta intente confundir a veces a la ciudadanía manipulando el lenguaje, sino porque desde la oposición no hay un mensaje alternativo, consistente, modernizador. Ni siquiera para pedir, por ejemplo, que se deje la investigación fuera del debate político. Curiosamente, y de manera falsa, aquí se habla de dejar el idioma gallego fuera del debate político, cuando lo único cierto es que el gallego está regulado por la política. ¿O acaso no hay una ley de normalización lingüística hecha por una mayoría parlamentaria y decretos gubernamentales –políticos- que regulan el uso del gallego en las escuelas y en otros espacios de la vida de los gallegos?

Otra prueba de que hablamos de cosas distintas es que Galicia tiene una Agenda Digital que apenas suscita interés más allá de los profesionales del sector, muchos de ellos dependientes, por cierto, de las arcas públicas y no de la iniciativa privada. Galicia se entretiene a menudo con grandes debates sobre sectores irrelevantes, por muy importantes que fuesen en el pasado, y ahí sí que la oposición se siente cómoda peleando. En cambio, no se debate la brecha digital del país, pero la verdadera, no la que mide el número de conexiones por internet, sino la que evalúa el nivel de innovación de Galicia, las empresas fabricantes de innovaciones, la formación de los innovadores, el papel obsoleto de las universidades, los profesionales de la innovación que emigran y un largo etcétera.

Es posible que desde la Xunta pueda replicarse a esta crítica dejando en manos de la iniciativa privada, como sucede con éxito en EE UU, el impulso económico y empresarial de la innovación. Pero esa defensa se vendría abajo si se observa la pasión de los gobernantes por ser los verdaderos directores comerciales de los astilleros, por poner un ejemplo. Y más abajo se vendría si se observa algo más grave: la entrega de la compra de tecnología avanzada en medicina a empresas privadas, ni siquiera gallegas, que cualquier día de estos nos traen una máquina de segunda mano de otro país y nos la venden como se le colocaban las baratijas a los negritos de África en plena colonización.

Galicia, del mismo modo que España, e incluso Europa, tiene una gran brecha digital con respecto a EE UU, que es el país que marca la pauta en el mundo. También por eso, entre otras cosas, EE UU ha salido de la crisis creando empleo y bienestar, sin bajar los salarios, sino subiéndolos.

@J_L_Gomez

Te puede interesar