Opinión

Maristas

Siempre he presumido de mis años de formación en Salesianos, años de educación intensa, rígida y estructurada; años de buenos y malos momentos, felices sin embargo; tiempos de viva rivalidad académica, social y deportiva con los alumnos del Colegio Santa María.

Mucho tiempo después, ahora, y en plena celebración de centenario marista -un siglo desde los ‘Santos Ángeles’, 50 años ya en la calle Bedoya-, a mi pasado colegial sumo un intenso presente a través de mis hijos, como padre de alumnos en Maristas. Los antes ‘rivales’ -ambos centros ourensanos siempre han hecho gala de intensa y sana competitividad con expresión máxima en las canchas colegiales-, caminan de la mano en un día a día académico que me hace redescubrir la educación en valores que recibí siendo niño, y de la que ahora son mis hijos depositarios al amparo del modelo de Marcelino Champagnat. Crecen, y yo a su lado, con la satisfacción además de que ellos, niños aún, están en buenas manos.

Te puede interesar