La subcomisión del Congreso que estudia la reforma de la Ley Electoral tiene un año para elaborar sus conclusiones al respecto. A ese plazo habrá que añadir luego el resto de la tramitación parlamentaria, con lo que habrá que aplicar aquí aquello de que las cosas de palacio... Es verdad que si existiere voluntad, en algunas cuestiones concretas podrían adelantarse fechas, como es el caso del voto emigrante, para el que el Parlamento gallego reclamó un nuevo sistema operativo para los próximos comicios, previstos para primavera.
Sin embargo, nada asegura que el PSOE estatal esté por acelerar la disposición de un sistema moderno y con más garantías de limpieza en el sufragio exterior. Touriño y los socialistas gallegos hacen gala del peso del primero en Madrid, por lo que ésta será una buena oportunidad de demostrarlo, convenciendo a los compañeiros de Ferraz de que se trata de una cuestión concreta y urgente que acabe con un anacronismo tan impropio de un país desarrollado. La urgencia en el caso de Galicia es obvia, por sus muchos de ciudadanos esparcidos por el mundo y, sobre todo, porque las autonómicas están a la vuelta de la esquina.
¿Y qué razones puede tener el PSOE para oponerse a -por ejemplo- que voten los muertos, cuando beneficiará al sistema electoral español y a la imagen de seriedad del país? ¿Que afecte sólo a Galicia? No, porque puede ser la primera que lo aplique, pero detrás irán las demás y los procesos electorales generales y municipales que atañen a toda España. Más difícil resulta todavía de entender, cuando los socialistas gallegos han apoyado tal iniciativa en el Pazo do Hórreo. ¿Pretenden dejarles en evidencia ante la sociedad? Cualquiera sabe. Lo que es seguro es que en política hay asuntos que parecen pertenecer al capítulo de los misterios insondables en manos de los altos dirigentes.
