Opinión

El bueno, el feo y el malo

Como en la vieja y buenísima película de Sergio Leone, la cita en la que se sometía al dictamen del Congreso la abdicación del Rey ha tenido un bueno, un feo y un malo, cuyos comportamientos se han distinguido por encima de una cámara compuesta por grupos de todo pelaje en la que abundan los sujetos cuyos comportamientos abochornan. El miércoles se defendieron desde determinados escaños opciones tan extravagantes como la República catalana cuando ni esa era la pregunta que había que responder ni existe en el modelo constitucional nada que la recuerde ni la permita. Hubo muestras de inquietante ferocidad en ciertos representantes, se otorgó a la sesión un aire carnavalero que comienza a ser cuestión corriente en el Hemiciclo, y desde determinadas bancadas se promovió arteramente un debate que no tocaba. Elegir entre Monarquía y República.

Pero en una sesión tumultuosa en la que se pone de manifiesto que a día de hoy la Corona se sostiene más que nada sobre los hombros de los dos grandes partidos nacionales, sobresalieron tres personalidades capaces de mostrar al país el rostro más noble y también el más oscuro del ejercicio parlamentario. El bueno fue Alfredo Pérez Rubalcaba, el feo fue Durán y Lleida, y el malo Cayo Lara. Los dos últimos se distinguieron por desempeñar un torvo papel, el de aquellas fuerzas parlamentarias que traicionan el gran acuerdo político vigente por lo menos hasta ahora, y el primero ofreció un curso de trascendencia, dignidad y honestidad que le hace merecedor de la mayor gratitud y le señala como un hombre de Estado con el que el país al que ha demostrado amar por encima de apetencias personales, le debe una. Su renuncia como dirigente de un partido que nada en aguas turbulentas puede resultar necesaria en su casa de Ferraz, pero el resto le vamos a echar mucho de menos aguardando expectantes además a quien le toca relevarle.

Sobre Durán, su alegato fue tan patético y doloroso que él mismo traslucía tan desgarrada falta de fe en su propio discurso que nada explica ya su presencia doliente entre dos aguas.

En cuanto a Cayo Lara, no le vendría mal estudiar. Un tipo que acusa de falta de democracia a un país como el suyo en el que su partido gobierna varias alcaldías y comparte con el PSOE el Gobierno andaluz es que no sabe nada. O no quiere saberlo.

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