Opinión

El curioso impenitente

Cuando hace años me preguntaron durante un coloquio en un colegio público cuál era a mi juicio la virtud que debería distinguir a quien aspirara a convertirse en periodista, yo respondí sin dudarlo que lo principal era ser curioso. Incluso por encima de una formación técnica y profesional bien dispuesta, porque siendo curioso lo demás llega por añadidura. Los escolares presentes asintieron con la cabeza pero ninguno de ellos me volvió a preguntar a su vez el motivo por el que yo creía aquello, y por lo tanto supuse que ninguno de los asistentes a la reunión sería nunca periodista. Jamás lo sabré de cierto pero lo sospecho.

Personalmente sigo creyendo en que un periodista debe ser, ante todo curioso, quizá porque, a falta de otras virtudes más nobles y destacables, a mí me ha ido bien en el oficio con mi curiosidad, esa virtuosa costumbre que a uno le lleva a no conformarse con lo primero que le cuentan. Llevó años leyendo los periódicos que se editan en estas fechas finales de Carnaval y en ninguno de ellos he visto nunca que alguno se preguntara por qué se clausuran las fiestas con el entierro de una sardina, teniendo en cuenta que tan singular costumbre marca el inicio de un tiempo de ayuno y abstinencia en el que lo que el precepto anima a consumir es precisamente pescado. No es necesaria otra cosa que el deseo de ir un poco más allá para enterarse de que, durante el reinado de Carlos III, llegó a Madrid una partida de sardinas para consumir en Cuaresma en tan mal estado que una ordenanza del propio monarca determinó que fueran enterradas, lo que se produjo, como suele ser habitual entre las gentes de mi pueblo, en medio del jolgorio general antes de sumergirse en el oscuro panorama de sacrificio y penitencia preámbulo de la Semana Santa.

Curiosear por lo tanto es muy sano y de hecho en el reporterismo británico que a mí me parece emblemático, siempre ha existido la figura del “researcher” como respaldo a la del “writer”. O lo que es lo mismo, la tarea del fisgón que es el que se entera de las cosas y la del que posteriormente las escribe y las dos sumadas conforman el reportero. Por desgracia, el periodismo de investigación es un género muy caro y apenas si se practica por ello. Yo mismo, tan curioso y tan ufano de serlo, también me he habituado a la consulta habitual de la Wikipedia.

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