Opinión

Pesos varios

Vamos a ver, ¿le duele la espalda? ¿Se siente cansado? Es que, querido lector, cargamos con demasiado peso en la vida. Hay muchos aspectos que tenemos que soportar y que representan una rémora en el camino. Y escribo de pequeñas cargas, digamos para entendernos. No entraremos en jardines de mayor enjundia que puedan representar dolor, arrepentimiento profundo, o tristeza irremediable, como el no acudir a una revisión médica a su tiempo, algo tan sencillo. Hablo de cosas que, aún livianas, pesan. Por ejemplo, haber roto con otra persona por un mal entendido, haber olvidado un compromiso, comprado algo que no servía para nada porque simplemente estaba de rebajas, haber metido la pata, no haber contestado rotundamente a tiempo, ignorar un consejo, no haber acudido a una cita, aguantar inconveniencias, no haber puesto remedio a lo que tuvo consecuencias, no haber sabido decir no.

 Eso en cuanto a pesares con los que vivimos mientras duramos, si hay memoria. Después hay otros pesos más materiales, algunos de los cuales, afortunadamente, ya se han eliminado, como aquellas mochilas que llevaban los infantes a la espalda, en sus idas y venidas al colegio, y cuya carga es muy posible que incidiera en una escoliosis. Eso ya es más serio, porque les hacían cargar con el universo entero a edad muy temprana, en vez de esperar a la adultez, que es el momento de asumir que el universo es demasiado grande para llevarlo consigo. Ya llega y sobra con el peso del mundo propio. 

Pero, por suerte aparecieron los carritos de ruedas que liberaron a las criaturas, benditos sean. También están los bolsos femeninos, tan grandes que cabría una dentro de ellos, con toda la familia y la del vecino, y que se llena quién sabe de qué, y luego a la hora de buscar algo no se encuentra nada. También pesan los libros caros y las monedas que valen tan poco, pero desequilibran el esqueleto. Y las botellas de agua. Pero hay algo que pesa sobre todo lo demás: las llaves. Esos manojos de llaves para acceder a tantas puertas, ¿de qué y para qué? ¿Por qué se necesitan tantas llaves, que parecemos San Pedro en plena actividad porteril? ¿Por qué llevar tanto metal encima, si ya no queda nada que guardar, cuando anteayer, sólo había una llave, grande, hermosa, hueca, modesta en su grandeza, e incluso las puertas podían quedar abiertas de par en par?

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