Opinión

Hablando de empleo

Se han publicado los últimos datos sobre el empleo en España y parece que sube la contratación. ¡Aleluya! Bien. Siempre bien, sea ‘sempre en Galiza’ aún sin os Cadernos, sea siempre en el resto del país que lleva en su meme tirarse los trastos una media mitad a la otra media, o sea, en España entera. Y por los datos los conoceréis; así, ¡cómo no!, los de un lado se felicitan aplaudiéndose a sí mismos por considerarse máximos responsables de los mismos y no tienen abuela; enfrente los que en el fondo ansían otro frente, que saludan los mismos datos marcando acento en el revés de la moneda, cual supone qué tipo de empleo se crea, siempre precario. Ni unos ni otros deberían anclarse en este terreno pantanoso de creerse nada más allá de su discurso, que evoluciona poco hacia algo novedoso y necesario, porque la verdad es tan relativa que nadie puede hacerla suya sin peligro de infligirle verdadero estropicio. Hacerla mentira y perversa es lo que suele suceder en política y en cualquier otro tema donde haya algún tipo de ganancia espuria.

Uno, desde la mayor modestia personal en términos económicos en que haya estado nunca, en gran parte buscada por la llamada – o ‘vocación’ que diría el amigo Xosé Manuel Domínguez Prieto y ‘vaya chorrada’ Alberto Domínguez en su libro CIORAN Manual de Antiayuda - o simplemente por eliminación de otras formas de vida que por bien conocidas con sus vicios resultan demasiado aburridas para que merezcan la pena de buena recompensa del papel moneda, desde ese ‘nunca’ menos ganador (a veces, menos es más) sin embargo no me quejo, o mi queja es denuncia porque gran parte de lo que no gano es por culpa del tinglado social y económico que ha parido la clase dominante (entre la que cabe hablar no solo del gobernante sino de la oposición, agentes sociales y la madre que los parió, como otros tantos inventos maquiavélicos del poder para que aquí no se mueva nadie) y que tiene al autónomo de cualquier tamaño como víctima propiciatoria para la alimaña Estado que, curiosamente, a esa clase dominante no solo mantiene sino mima.

Pero si hago hoy este estrikin laboral es para decir que a pesar de mi actual empleo, ‘precario’, que me lo invento cada día con alrededor de doce horas diarias en el chollo – de chollo tiene solo las letras -, celebro tenerlo, y me alegro de haberlo conocido aun teniendo que soportar feroz competencia de ‘otros’ que juegan siempre con ventajas nacidas de dudosas e irregulares concesiones públicas, siempre animadas desde el poder ¡faltaría más! y consentidas por una silente cómplice gente. Sí, me alegro de tener un trabajo precario porque conozco el drama de aquellos a los que la precariedad no asoma por su ventana laboral, ni tan siquiera como prima. Pero que nadie interprete esta forma positiva de hablar respecto a cierta tiranía laboral como consecuencia de que me falte un tornillo en la cabeza, sea masoca o esté al servicio de la Merkel, pues quede clara mi oposición total al actual modelo político-económico-social ultra liberal, del mismo grado perjudicial que el de tipo bolivariano o chavista, sino simplemente como forma para vomitar la náusea que me provoca escuchar y ver a alguno de estos dirigentes y máximos representantes sindicales, que llevan toda la vida viviendo del cuento sin crear un puesto de trabajo (al menos que no sea dudoso pues ahora asistimos al destape de una corrupción de escándalo dentro de estas organizaciones que compete también a empleos), cuando dicen bla bla bla, de sí pero no, de si empleo pero demasiado precario, desde el lujo del suyo nada ejemplar. Frente a ellos y sus mantras en compensación lo celebro, mi precario trabajo.

Te puede interesar