Opinión

A comer, a beber y a brindar

Estaba yo una vez en un banquete -antes de estar había pagado 40 euros, con los que, sin banquete, habría comido una semana- cuando alguien se levantó, me señaló a mí y dijo:

- ¡Y ya que está aquí Pepe Ruipérez, cuya amistad con el homenajeado es de todos conocida, que sea él quien pronuncie el brindis!

Yo dije que no, que no, que no. No me valió de nada, se produjo un atento silencio general y… Me salió un discurso que fue premiado con una salva de aplausos.

Días después asistí a otro banquete. Allí se fueron otros 40 euros. Alguien susurró que nadie como yo para improvisar brindis. Y salí del paso brillantemente.

Y como no hay dos sin tres, surgió el tercer homenaje, y llego la hora del brindis y de nuevo me señalaron a mí.

Yo me levanto y brindo:

- ¡Amigos, ¿qué diré de este hombre, en cuyo honor estamos aquí reunidos?

No puedo decir que haya pintado la capilla Sixtina, porque la pintó Miguel Angel; ni que haya ganado la batalla de las Navas de Tolosa, porque no había nacido; ni que haya escrito “Don Juan Tenorio”, porque los escribió Zorrilla, o el Quijote, porque lo escribió Cervantes… Pero sí puedo decir, que si hubiese estado en el caso de los citados famosos, lo habría hecho, no igual que ellos, sino cien veces mejor. ¡Ea!

Hace de esto tres años. No me han pedido ningún brindis más.

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