En cierta ocasión acababa yo de llegar a un hotel y, a fin de matar el tiempo, me puse a recorrerlo. Abrí una puerta y vi a un hombre que se estaba duchando. Imagínense, que apuro; para salir del paso me dio por decir: “Perdone, señor; estoy buscando la salida de incendios”. Proseguí mi camino rápidamente por el pasillo, cuando segundos más tarde vi al hombre del cuarto de baño que se acercó a mí gritando asustado: “¡Oiga, ¿dónde está el incendio?!” En fin, cosas que pasan.
El siglo XX fue un siglo de inventos: el cine, la radio, el teléfono, la televisión…
La televisión tiene una gran ventaja sobre la radio, y es que ahora, la gente puede ver que las cosas son tan malas como suenan.
Otra cosa que también tiene la televisión es que antes ponían una película mala en el cine y, por cincuenta pesetas, nadie iba a verla porque, lo que entonces decíamos de una película mala, “era un tostón”. Y ahora te gastas quinientos euros en un televisor y ves esa misma película siete veces. ¡Y lo malo es que termina gustándote!
