Aunque no es la época, les voy a hablar de la Navidad.
Y a mí que las cestas de Navidad me recuerdan a viejecitas engalanadas para un sarao cuando las veo por la calle, pero cuando se exhiben a la luz de las candilejas de un escaparate, entonces me parecen cupletistas.
¡Cuánta correspondencia hay en Navidad! Y sobre todo los móviles… Es que no paran de sonar.
Hace unos años eran cartas, postales, christmas… Y sin embargo, a cuantos amigos y parientes dejábamos y hoy en día, aún dejamos de felicitar.
Sí, señores: hay que reconocerlo, empezamos el año con ese lastre de descortesía en contra nuestra. Y ¿saben por qué? Porque la amistad, el cariño, ya no están hechos para ese lenguaje precipitado, para ese abrir fuego de las felicitaciones.
¿Y qué me dicen de los gastos? Un día el marido le dice a la mujer: “¡Estoy cansado de tu manera de emplear el dinero. De ahora en adelante apuntarás en una libreta todo lo que te gastas y cómo lo empleas!” El esposo le entregó 3.000 euros. Al cabo de ocho días le entregó la libreta y el marido lee en una página: “Recibí 3.000 euros”. Y en otra: “Gasté los 3.000 euros”.
