Opinión

Grazie mille

Recuerdo un viaje que hice con mi mujer hace unos años a Italia, concretamente a Catania, Sicilia.
¡Qué gozada bañarse en el mar Jónico!
Mi mujer y yo decidimos darnos un banquete en uno de los mejores restaurantes de la isla.
Tras una comida deliciosa, donde no podían faltar pizza y spaghettis, yo estaba relajado ante una taza de café, cuando de pronto me acometió un estornudo y mi dentadura postiza voló al otro lado del restaurante. Aterrizó en algún lugar del tapete blanco.
Avergonzado, informé a una de las camareras de lo ocurrido. Muy pronto, camareras y camareros andaban a gatas buscando mis dientes… Y hasta algunos clientes tomaron parte en aquella búsqueda.


A mi mujer y a mí se nos caía la cara de vergüenza. Después de lo que me pareció larguísimo rato, una de las camareras se acercó con una gran bandeja de plata cubierta por una tapa. Con una graciosa reverencia levantó la tapa, y aparecieron mis dientes. Ante los aplausos de los parroquianos y del personal, me incliné y los recogí diciendo a la camarera:
-Moito obrigado.
Todo el mundo se echó a reír. Yo, extrañado, le pregunté a mi mujer de qué se reían.
-De que has dado las gracias en portugués. Tenías que haber dicho: “Gracie mille”.

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