Opinión

Una monarquía renovada

Fue el principal mensaje del rey Felipe en su discurso de proclamación: se inicia una etapa bajo su reinado, con una monarquía renovada para un tiempo nuevo.

Una reina Sofía emocionada escuchaba el primer discurso de su hijo como rey, una reina Sofía que recibió un caluroso aplauso cuando entró en el hemiciclo, aplauso repetido cuando el rey Felipe, tras elogiar el papel de D. Juan Carlos y recordar que “abrió camino a la democracia”, dedicó a Doña Sofía unas emotivas y muy sinceras palabras de homenaje y agradecimiento por los principios que, al igual que su padre, le habían transmitido. Así como por la dignidad y lealtad con que había servido a la Corona y al rey Juan Carlos.

Un gran discurso el del rey Felipe el día de su proclamación. Muy institucional pero al mismo tiempo cercano en el lenguaje, sobre todo cuando alentó a trabajar para aquellos a los que la crisis económica ha golpeado más duramente, los que han perdido el empleo, los jóvenes desesperanzados, y las víctimas del terrorismo. Y, sin pronunciar la palabra patria, fue también un discurso profundamente patriótico, refiriéndose a España como “una gran nación a la que quiero y admiro”. Una gran nación que espera ver unida en su diversidad. Pero incuestionablemente unida. Una España “en la que cabemos todos”, mensaje nítido y conciliador que sin embargo no sentó bien a un Artur Mas que, en su línea habitual de criticar a quienes no comparten milimétricamente su punto de vista, comentaba posteriormente que el rey tendría que haber defendido una España suma de naciones.

El presidente de la Generalitat no conoce bien al rey Felipe si pensaba que iba a cambiar la línea de su padre el rey Juan Carlos, respetuoso con las diferencias de cada comunidad autonómica pero defensor sin fisuras de la unidad de España. El rey Felipe ha hecho una apuesta clave por “no romper los puentes del entendimiento”, pero respecto a la unidad de España no abrió absolutamente ninguna puerta hacia las ambiciones independentistas.

Fue significativa la defensa del rey a la monarquía parlamentaria, pero no eludió valorar cómo debe ser esa monarquía, al insistir que la Corona debe tener “una conducta íntegra, honesta y transparente”, palabras con las que marca distancias con quienes no han actuado de esa manera. Es evidente que la ausencia de su hermana Doña Cristina en los actos de abdicación y proclamación tiene que ver con el hecho de que D. Felipe no está de acuerdo con el comportamiento de Urdangarin, y ha tomado la dolorosa decisión de visualizar la ruptura formal con los Duques de Palma a pesar de la sólida y estrecha relación que ha mantenido siempre con su hermana menor.

El discurso de proclamación de D. Juan Carlos ha pasado a la historia por su mensaje de que pretendía ser el “rey de todos”, como lo ha sido. El rey Felipe también lo será, pero con una nueva actitud, unas nuevas formas, unos compromisos acordes con los nuevos tiempos. Tiene que mantener la confianza de quienes se sienten bien con una monarquía parlamentaria, pero también se debe ganar a quienes propugnan otra forma de Estado. En muchos casos, porque no conocen suficientemente qué ha hecho por los españoles la monarquía del rey Juan Carlos. Felipe VI tendrá su estilo propio, pero que en lo fundamental defiende lo que ha defendido su padre durante 40 años.

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