Opinión

El Parlamento no es un circo

Se han pasado tanto de frenada, que los podemitas han caído en el error más grave en el que puede caer un político o cualquier otra persona: el ridículo. 
Han confundido lo que llaman el espíritu de la calle, con el esperpento y la patochada. Por no hablar de la demagogia, en lo que son expertos. En su inauguración como diputados han tomado el Congreso de los Diputados por un circo, y se han empeñado en hacer alarde de su capacidad para las payasadas.

El número más apoteósico fue la exhibición del bebé de Carolina Becansa en el hemiciclo –hay guardería en el Congreso, las gemelas de Maritxell Batet y José María Lasalle se criaron allí- con el argumento no creíble de que era un gesto que hacía recordar la necesidad de legislar sobre  la conciliación familiar. Bescansa sería creíble si no hubiera ocurrido hace semanas un episodio relevador: llegó al Congreso con su bebé cuando se celebraba la recepción del día de la Constitución… y en cuanto fue fotografiada entregó el niño a una acompañante para que se lo llevara. Pues eso: espectáculo.


Como espectáculo circense fueron las fórmulas de acatamiento de la Constitución y, sobre todo, los gestos con que los diputados podemitas acompañaban su pronunciamiento. Patético. Un diputado socialista envió un sms a esta periodista “¿Has creído por un momento que vamos a gobernar con estos?” Tendría que enviarle el mismo mensaje a Pedro Sánchez, que al parecer piensa que sí se puede. Allá él.


Lo que habrá que ver en los próximos días es si se impone su obsesión por convertirse en presidente de gobierno al precio que sea, o se imponen los muchos dirigentes de su partido a los que no llega la camisa al cuerpo pensando en llegar a un acuerdo con Podemos.


De eso, de las negociaciones, se hablaba en el Congreso el día de su constitución. De la importancia del acuerdo entre PP, PSOE y Ciudadanos para que Patxi López fuera presidente de la Cámara a cambio de que el PP contara con tres puestos en la Mesa, que Sánchez no quería. López es un hombre serio y con sentido de Estado, que importa mucho más que el color político. Y se hablaba sobre todo de cómo se configurará el próximo gobierno. Había coincidencia en que en cualquier caso la legislatura será corta, entre otras razones porque si se aprueba una reforma de la Constitución se deben disolver las Cortes, convocar elecciones y que esa reforma sea ratificada por las nuevas Cámaras. 


Y había coincidencia también, después de lo vivido en esta primera sesión de la legislatura, que es impensable que Sánchez siga pensando que se puede gobernar con Podemos. Y si lo piensa, el partido no le va a dejar.
Los de Podemos estaban encantados al verse tan protagonistas. Pero se pasaron tanto de rosca que el protagonismo les va a durar poco.

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