Opinión

PP Y PSOE, COMO EL PERRO Y EL GATO

No quieren negociar, sino imponer su criterio, dicen los socialistas cuando se les pregunta por el PP. No tienen la menor intención de negociar, responden los populares, lo último ha sido negarse a apoyar el plan de estabilidad que habían aprobado en septiembre porque cuando Griñán tenga que empezar con la política de recortes y se le eche la gente a la calle quieren echar la culpa al gobierno y al plan de estabilidad.


PP y PSOE están como el perro y el gato, aunque Rajoy y Rubalcaba hablan bastante más de lo que se cree y con bastante cordialidad aunque no se haya llegado a acuerdos en los asuntos que más importan, y en las filas socialistas hay personas que en el PP consideran que tienen más sentido de Estado que Soraya Rodríguez, por ejemplo, que no ha iniciado con buen pie su relación con los representantes del PP y del gobierno. 'Pero no es ella la responsable ?advierte uno de los portavoces del PP- se levanta constantemente de la mesa para subir al despacho de Alfredo ?Rubalcaba- y recibir instrucciones ante cada propuesta que le presentamos.


En el PP están convencidos de que el PSOE no ha aprobado el pacto de estabilidad presupuestaria porque no querían, fuera cual fuera el texto que se propusiera. La sombra andaluza ha sido muy alargada. Pero sí pensaban que la postura final iba a ser de abstención, no el voto contrario, aunque no fuera más que por respeto a Zapatero, que es el padre de ese pacto, fue su última iniciativa importante antes de dejar la presidencia. 'Se agarran a que no queríamos aceptar un ajuste del 0,4 pero no es cierto. El último día le presentamos una propuesta en la que no aparecía el déficit cero, precisamente para que pudiera utilizar el nuevo texto como excusa para apoyar una ley que es fundamental para España y que además es fundamental también para nuestra credibilidad ante la Unión Europea, un asunto absolutamente crucial como sabe un partido que acaba de dejar el gobierno', explica Antonio Alfonso, el portavoz parlamentario del PP.


Ese texto, que tampoco fue aceptado, proponía que 'Ninguna Administración Pública podrá incurrir en déficit estructural ( ?). No obstante, en caso de reformas estructurales con efectos presupuestarios a largo plazo, de acuerdo con la normativa europea podrá alcanzarse en el conjunto de Administraciones Públicas un déficit estructural del 0,4 por ciento del PIB nacional expresado en términos nominales o el establecido en la normativa europea cuando este fuera inferior'.


No lo quiso el PSOE. El peso de las negociaciones lo llevaron Soraya Rodríguez, Pedro Saura e Inmaculada Rodríguez Piñeiro, y cuando quedaron bloqueadas y sin posibilidad de avance se incorporaron en el último momento el ex ministro Valeriano Gómez, el ex secretario general d ela Presidencia José Enrique Serrano y Txiki Benegas. Por parte del PP las negociaciones sobre cuestiones parlamentarias de contenido económico las llevan Alfonso Alonso, Alvaro Nadal, Matilde Asiaín y Marta Fernández Currás, y en el caso del plan de estabilidad se sumó el último día Soraya Sáenz de Santamaría, de amplia experiencia en la vida parlamentaria y que mantiene muy buenas relaciones con algunos de los portavoces socialistas, con los que tanto trabajó en la anterior legislatura.


'Pero ahora no quieren negociar', insisten en las filas del PP. A Soraya Rodríguez le falta sentido de Estado, que sí lo tienen Txiki y José Enrique Serrano. Y Rubalcaba enreda. No le conviene llegar a acuerdos con nosotros porque le interesa la estrategia de decir que estamos obligando a la gente a inmensos sacrificios para nada'.


Los socialistas sin embargo explican que 'Nos quieren hacer tragar con todo. Y además el gobierno está en la estrategia de filtrar posibles iniciativas para ver qué reacción se produce, y eso no es serio. Por ejemplo, queremos que aclare de una vez si habrá o no copago médico o farmacéutico, que no se aclaran. Además, ya está bien de echar las culpas a las cuentas de Zapatero cuando incumplen sus promesas electorales'.


No parece que vayan a acercar posiciones a corto plazo, unos y otros se muestran inflexibles en sus posiciones. Con una diferencia: mientras en el PP hay unanimidad en el respaldo a Rajoy a pesar de que se han advertido fuertes deficiencias de coordinación con el partido, en algún sector del PSOE, el más apartado ahora del trabajo de gestión del partido, se advierte alguna incomodidad por la forma en que el grupo ha prescindido de algunas de los planteamientos que hacía Zapatero y sobre todo por el apartamiento de algunas de las personas que más cerca han trabajado de Zapatero. Probablemente ese apartamiento es lo que ha provocado el distanciamiento.


Estos últimos días la prioridad negociadora ha estado en el plan de estabilidad que obligará a las comunidades autonómicas a hacer unos importantes ajustes que se sumarán a los que ya han hecho, y ahora quedan pendientes unas negociaciones también envenenadas, casi tanto como las que giraron en torno a la reforma laboral, sobre las que la ministra de Empleo podría informar sobre las numerosas conversaciones que mantuvo con Cándido Méndez y con Fernández Toxo así como las sugerencias que presentaron y cuales se tuvieron en cuenta, para salir así al paso de las acusaciones de que no quiso negociar esa polémica reforma. Las que quedan pendientes son las que se refieren a la renovación de los miembros de las instituciones, que deben contar con el necesario respaldo parlamentario.


La que se presenta más polémica es la de RTVE. El gobierno y el PP dicen abiertamente que el PSOE utiliza el ente público, dirigido todavía por las personas que ellos designaron, para tratar de desprestigiar al gobierno, e incluso le hacen responsable en parte del resultado de las elecciones andaluzas, pues además de Canal Sur el ente público ?siempre según el PP- ofreció informaciones sesgadas y manipuladas sobre el gobierno y sobre Arenas y obvió todas las que podían dañar al candidato Griñán.


Rajoy finalmente ha decidido tirar por la calle de en medio, en ese asunto sí que ha decidido no avanzar más en ningún tipo de negociaciones y, desde hace días, Soraya Sáenz de Santamaría tiene preparado el decreto ley que permite al gobierno nombrar un nuevo presidente de RTVE.


Saben el presidente y la vicepresidenta que les lloverán las acusaciones de falta de talante negociador, pero ya no les importa: es peor-explican en el gobierno- verse permanentemente maltratados a través de informaciones tendenciosamente emitidas.

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