Opinión

CAPITALISMO VERSUS CAPITALISMO

Si creyéramos a los agoreros medios de comunicación, Europa estaría a en riesgo de derrumbe, como sucede en el relato fatalista del escritor norteamericano Edgar Allan Poe (1809-1849), titulado 'El hundimiento de la casa Usher', que ha quedado como una alegoría de la decadencia y caída inevitable, contra la que nada se puede hacer. Pero los medios de comunicación están dominados por intereses espurios y reflejan e interpretan a su manera lo que pasa en los mercados, es decir, en el capitalismo mundial que no responde a otras leyes que a la del lucro a cualquier precio. Para ello, la especulación a quien nadie pone trabas cuenta con instrumentos poderosos para obtener pingües beneficios sin importarle otra cosa. Baste sólo con un ejemplo, el de las agencias de calificación, todas norteamericanas, que ponen nota a empresas y países según las oportunidades que ofrecen de hacer negocio rápido y sin cortapisas.


Es lo que acaba de suceder con Portugal, al que la agencia de medición de riesgos Moody's le ha rebajado la calificación cuatro puntos de golpe y sin previo aviso, situándola en la infracategoría de bono basura, denominación ínfima y humillante si las hay. Golpean el hierro cuando está al rojo. Para más inri y para resaltar aún más el enfrentamiento entre Europa y los mercados norteamericanos, la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional acababan justamente de lanzar a Portugal el salvavidas de un abultado crédito de 78.000 millones de euros -aún no materializado- para rehacerse.


No caigamos en la ingenuidad y en el antropomorfismo de atribuir sentimientos a los mercados, que no hacen más que poner en práctica su propia lógica, la avidez calculadora y fría de ganancias como lo haría - recurramos al mito legendario- el opulento Mámmon, el personaje del Nuevo Testamento que personifica la avaricia, si se me permite la cita culta para aligerar este artículo mercantil que va muy adusto.


Stándar&Poors y Fitch, Moody's forman la tríada de agencias calificadoras que dictan las normas a seguir, aunque se hayan equivocado clamorosamente en muchas ocasiones, como cuando no previeron la crisis o, más concretamente, la quiebra del banco de inversiones Lehman Brothers en 2008 tras 158 años de existencia, bancarrota que estuvo a punto de hundir el sistema capitalista. Hoy siguen imperturbables constituyendo un oligopolio inexpugnable, defendidas a capa y espada por los EEUU en aras del sacrosanto librecambio, 'laissez faire, laissez passer, le monde va de lui même' (dejar hacer, dejar pasar, el mundo va solo). No intervenir, la economía resolverá los problemas por sí misma. Pero, en realidad, el resultado es la jungla. Con este sistema, como se dijo siempre, los ricos son cada vez más ricos y los pobres, cada vez más pobres en el mundo.


En el fondo lo que está en el punto de mira de la especulación desenfrenada no es solo Portugal sino la propia Unión Europea; a los inversores norteamericanos de Wall Street, guiados solo por su ánimo lucrativo o por su codicia, les importa un bledo Europa, no tienen inconveniente en perjudicarla o incluso hacerla fracasar a la larga. No es una creación suya, cuanto más débil esté, tanto mejor. Seguirán con su labor de zapa siempre que les proporcione réditos. El viejo consejo de que en la vida para superar dificultades, hay que tener siempre sensación de naufragio, se ha cumplido con creces. No es solo sensación sino verdadero peligro: Europa puede zozobrar, hay signos premonitorios.


En esto, el Banco Central Europeo (BCE) se plantó. Su presidente, Jean-Claude Trichet, se enfrentó con las agencias de medición de riesgos que lo único que hacen es medir el riesgo de quienes las pagan y decidió, en una confrontación sin precedentes, apoyar a Portugal y aceptar la deuda lusa a haciendo caso omiso de que la agencia Moody's la haya calificado de bono basura. Veamos lo que pasó.


'Enough is enough' (demasiado es demasiado) como dicen los ingleses: Moody's se ha pasado de la raya. Su dictadura bursátil sufre un rudo golpe. La protesta es generalizada. Ha provocado una guerra de capitalismos, el europeo contra el norteamericano.


Los acontecimientos van a toda velocidad, se encastran unos en otros y casi no da tiempo a comentarlos por separado.


Los mercados no son de derechas ni de izquierdas, lo único que quieren es campar a sus anchas. La prueba está en que Lisboa acaba de estrenar el gobierno de centro-derecha del primer ministro Pedro Passos Coelho que ha puesto en marcha un programa de gran austeridad pactado con Bruselas y el Fondo Monetario Internacional (FMI) cuya medida simbólica para probar sus intenciones es la de reducir a la mitad la paga de Navidad del sufrido portugués medio. Como habrán oído o leído, la rebaja de calificación de cuatro escalones le sentó a Passos Coelho, traicionado por los que defienden sus propias ideas liberales aunque sea en otro país, 'como un puñetazo en el estómago'. A Moody's todo esto le importa un comino, ya se sabe que comino y bledo son dos plantas insignificantes que no valen nada.


Las autoridades comunitarias salieron en tromba contra Moody's. El presidente de la Comisión Europea, el portugués José Manuel Durao Barroso, acusó a la agencia de añadir especulación a la crisis, o sea, de echar leña al fuego. Para Barroso, las instituciones europeas conocen mejor las potencialidades del país ibérico, según declaró con toda la razón. Después abogó una vez más por la creación de una agencia europea de previsión de riesgos, que se hace cada vez más necesaria para mantener una mayor independencia económica de la Unión.


En 1497 los seguidores del monje Savonarola, en un arrebato religioso y fanático, quemaron en Florencia miles de objetos, espejos, vestidos lujosos, máscaras, joyas, pendientes o adornos. Todos quedaron purificados por el fuego un martes de Carnaval. Históricamente fue la Hoguera de las Vanidades.


En 1987 se publicó un best-seller en Nueva York y luego en el mundo, la novela de Tom Wolfe de título similar 'La Hoguera de las Vanidades', llevada más tarde al cine, dirigida por Brian de Palma e interpretada por Tom Hanks. Seguramente la recordarán al menos por su restallante título. Es una descripción irónica al vitriolo pero también moralista del universo de la Bolsa y de las altas finanzas neoyorquinas a través de la vida de un yuppy (Youmg Urban Professional) o asesor en inversiones, de gran éxito que cae cuando llega a la cima y su peripecia da pie para que el escritor pueda plasmar distintas situaciones y escenarios del mundo de los agentes de Bolsa. Se ha convertido en la novela de Nueva York por antonomasia y retrata toda una época en la que corría, como siempre, el dinero a raudales en la Gran Manzana.


Tiene muchas enseñanzas para el momento actual. ya que así está volviendo a suceder con la economía estadounidense desbocada. n

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