Opinión

Un cuento de terror yihadista

A ojos occidentales, lo que les voy a contar merecería formar parte de la “Historia Universal de la infamia”, de Jorge Luis Borges, un conjunto de relatos basados en hechos reales que se convierte en un inventario de acontecimientos horrendos. O un “Cuento de Terror” delos muchos de Edgard Allan Poe.

A ojos árabes y musulmanes, no tanto, tienen otras creencias y costumbres. Sucedió así según los periódicos.

Excuso decirles que sobrecoge por su crueldad y sangre fría el cuádruple asesinato de un maestro y tres niñas perpetrado esta semana en una escuela judía de Toulouse (sur de Francia) por el yihadista Mohamed Merah, un mecánico francés en paro de 24 años, de origen argelino, que abrió fuego indiscriminadamente a la entrada de clase con un fusil ametrallador y después se dio a la fuga en un escúter. En su desvarío, declaró que vengaba así las muertes de niños palestinos en Gaza (Próximo Oriente), un poco lejos de Toulouse y de la sociedad francesa, la verdad.

Paradójicamente hace unos años Merah tenía el aspecto de un joven normal según pudimos apreciar por los vídeos difundidos, en los que se le ve despreocupado y sonriente, incluso bromista. Pero estos vídeos ya no reflejaban la realidad, se había convertido en un “tête brûlée” (cabeza quemada), seguidor acérrimo últimamente de los preceptos del Corán, totalmente alienado, adoctrinado y entrenado por miembros de la red Al Qaeda en campos de Afganistán y Pakistán para cometer actos de terrorismo. Osama bin Laden ha desaparecido, pero su semilla sigue.

Fue un episodio sangriento más del choque de civilizaciones que tuvo y aun tiene repercusiones en toda Europa y en plena Francia, conmocionada por la cruenta acción criminal, cuyas víctimas fueron adrede niños para causar más impacto. Además, viene a sumarse a los asesinatos de tres soldados franceses, dos de origen magrebí y otro caribeño, todos musulmanes, al parecer para castigar la intervención francesa en Afganistán. Fueron ejecutados por el mismo mujaidí en Montauban (también sur de Francia) hace sólo unos días. El trastornado omicida habría declarado tras el primer asesinato: “Mataste a mi hermano, yo te mato a ti”.

Para más desafío, grabó sus acciones criminales con una cámara al cuello y colgó de inmediato las imágenes en Internet como trofeo de su vileza. Estamos ante un sañudo crimen integrista, un verdadero “thriller”, pero no en modo alguno un relato de ficción como los de Borges o Poe sino espantoso y muy real. El hermano mayor del autor del atentado. Abdelkader Melah, que está detenido junto a la madre de ambos, se declaró orgulloso de la acción del benjamín. Desgraciadamente, muchos en la comunidad musulmana de Francia, que se creen humillados, le consideran un héroe.


segunda religión

El Islam es la segunda religión de Francia con tres millones y medio de fieles, 5% de la población gala, la mayoría ya franceses porque las leyes de la República aplican el “ius soli” que da derecho a la nacionalidad al nacer en el país. Sus componentes, oriundos sobre todo de Argelia y Marruecos pero ya mayoritariamente formando parte de una segunda y tercera generación, constituyen una población que vive en los barrios desfavorecidos de las grandes ciudades, como París, Marsella Lyon o Toulouse. Nicolas Sarkozy trató de integrarlos más cuando era ministro del interior al crear en 2002 el Consejo Francés del Culto Musulmán. Es absurdo pensar que la comunidad islamita del país vecino, generalmente pacífica, comparta las ideas extremistas del mujaidín inmolado. Pero no cabe duda de que existe una notable discriminación por parte de la sociedad gala hacia los musulmanes. Mohamed Merah dejó horrorizados a los franceses por su actitud fanática y despiadada. No es un loco sino un exaltado que cree en una nueva guerra santa y quiso contribuir a ella con una acción individual de “electrón libre”, una acción que al parecer no tiene conexión probada con la célula islamista de Al Qaeda “Soldados del Califato”, desconocida hasta ahora; muchos dudan de la existencia del fantasmagórico grupo que parece creado “ad hoc” para la ocasión, según la emisión televisiva “C’est dans l’air” de la cadena francesa “France-5”, cuya información sigo a menudo.

Tras 32 horas angustiosas de negociaciones y después de una noche atrincherado en el cuarto de baño de un piso de un barrio de inmigrantes de Toulouse, el desaforado joven se negó a entregarse y finalmente salió disparando a tiro limpio con su Colt 45 cuando las fuerzas especiales del RAID, los GEOS franceses, dieron el asalto al apartamento. Era su única solución según sus creencias, el Islam prohíbe el suicidio y exalta en cambio la acción de quienes mueren luchando, que creen tener recompensa en el más allá. La policía trató de cogerle vivo para que Francia pudiera hacer un proceso ejemplarizante y descubrir complicidades pero al final, por miedo a más víctimas, un tirador de élite le mató de un disparo en la cabeza y otro en el abdomen.


arriesgar una vida

“Se hizo todo lo posible por llevarlo ante la justicia, pero no se quiso arriesgar una vida más”, resumió el presidente Nicolas Sarkozy quien llamó sin paliativos “monstruo” al descentrado individuo. En un principio, la prensa francesa elogió la firmeza y determinación de Sarkozy, cuya popularidad salía fortalecida del suceso por resolver sin bajas en sólo día y medio una situación límite. Pero después, no tardaron en llover las críticas a un mes de las elecciones presidenciales. ¿Cómo puede mantener en jaque a todos los servicios de seguridad franceses un joven de 24 años ya fichado por el Ministerio del Interior que figuraba en las listas de proscritos internacionales del FBI? La pregunta resulta abrumadora para un presidente que hizo de la seguridad y de la inmigración los temas centrales y obsesivos de su política interior y exterior.

Por sus muchas implicaciones, Sarkozy calificó con razón lo sucedido de “tragedia nacional”, aunque se refiriera a otra cosa y no a al despertar de los Viejos demonios, racismo, populismo, xenofobia.

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