Opinión

EL EURO, EN LA ESTACADA

Aprendices de economía a la fuerza, los ciudadanos tienen que familiarizarse con los términos más deprimentes del vocabulario de la actualidad: deuda, déficit, prima de riesgo (diferencia con el bono alemán)? Y el más grave: rescate bancario de 100.000 millones de euros, necesario para salir adelante y al que no tuvo más remedio que comprometerse el Gobierno español endeudándose hasta las cejas, promesa que tarda un mundo en serenar el agitado panorama. Los alborotados mercados estuvieron aún inciertos y cerca del paroxismo todo este fin de semana. Tales términos y circunstancias tienen algo en común, todas encogen el ánimo, y en España, dada nuestra propensión al masoquismo, aun más.


Los medios de comunicación actúan como caja de resonancia. Grecia, Irlanda, Portugal, Italia, Gran Bretaña y ahora España se sucedieron en la picota, la situación económica es crítica, sombría, obsesionante, preside todas las conversaciones a todos los niveles y ya dura. Así, en estos momentos el euro está en la estacada, en una posición comprometida que provoca el nerviosismo general, todavía más acentuado últimamente. Bajo la presión de los mercados, Europa tiene los nervios a flor de piel, salta por cualquier cosa. Les daré más datos y argumentos para que se puedan hacer una composición de lugar.


Dejemos sentada una evidencia, el euro es la moneda oficial de 17 de los 27 estados miembros de la Unión Europea, de uso diario por parte de 330 millones de personas. Su caída, que supondría el principio del fin del sueño europeo, es hoy por hoy un cataclismo impensable. No obstante?


Vamos con algunos de los protagonistas. Los periódicos dan la voz de alarma: si no se toman las decisiones oportunas, Europa tiene los meses contados para salvar el euro. La presidenta del Fondo Monetario Internacional (FMI), la francesa Christine Lagarde, mete prisa a la Unión Europea. 'Hay que hacer muchas cosas y muy rápido, incluso en menos tiempo', urgió Lagarde, que alterna admoniciones con declaraciones tranquilizadoras, palo y zanahoria. Concretamente aconseja subir el IVA y reducir el sueldo de los funcionarios otra vez para rebajar el déficit público.


Por su parte, el presidente de la Comisión, el estadista portugués José Manuel Durao Barroso, defiende a la Unión a machamartillo en plena crujía financiera y lo hace a diario en las principales lenguas europeas como políglota que es. 'El euro es irreversible', asegura Barroso con la fe del carbonero.


Sigamos con los actores principales. La todopoderosa canciller alemana Angela Merkel, en su papel auto asumido de guardiana del euro, instó a la Unión Europea a cumplir con la austeridad exigida. Lo hizo en una intervención parlamentaria dirigida en principio a los alemanes pero por tiro alzado, a todos los europeos. 'Alemania no tiene una fortaleza infinita ni una capacidad ilimitada para sacar por sí misma a Europa de la crisis', advirtió con énfasis en un aviso a navegantes lanzado en vísperas de las elecciones griegas de este domingo que podrían fragilizar aún más la gobernanza del país heleno y provocar un electrochoque en toda Europa si triunfaran los críticos a la permanencia de Grecia en el euro.


Ni eurobonos ni unión bancaria ni nada que suponga una merma de la sacrosanta austeridad. Además, Merkel pareció encontrar un chivo expiatorio en su alocución a quien echar parte de las culpas: España, que habría tomado 'decisiones irresponsables' en la última década, largo me lo fiáis?. Se fue, pues, de la lengua y tuvo que rectificar al día siguiente para no herir sensibilidades, lo que no es baladí pues prueba el enervamiento de los políticos europeos en estos días.


A los mercados nunca les gustó el euro, añoran el dólar. Su labor de zapa, corrosiva, contra la moneda europea es continua y persistente. Las agencias norteamericanas de calificación de riesgo prosiguen la tarea de 'desconstrucción' de la economía europea, primero fue 'Fitch' y luego tomó el relevo 'Moody's', que redujo sin apelación la deuda de España en tres escalones, situándola casi a la altura humillante del bono basura en pos de ganancias rápidas en las bolsas de valores y en beneficio de los inversores norteamericanos antes que nada.


¿Para qué sirve el Banco Central Europeo (BCE) si no es para una circunstancia extraordinaria semejante? Según los entendidos, en la ocasión presente el BCE está dispuesto a intervenir inyectando liquidez a los mercados en caso de pánico por el resultado de las elecciones griegas. La unión monetaria queda al borde del abismo cada fin de semana.


El último fue particularmente tenso. Grecia, un pequeño país de solo diez millones de habitantes que no representa más que el dos por cien del Producto Interior Bruto (PIB) del continente, fue a las urnas para elegir en un duelo entre dos políticos antagónicos, el conservador Antonis Samarás, europeísta, y el izquierdista Alexis Tsipras, de 37 años, enemigo acérrimo del euro, del FMI y de Banco Central. Chocan de plano dos tendencias enfrentadas, cuyos emblemas podrían ser el euro y el dracma.


Toda Europa está pendiente del drama griego. Samarás pide renegociar las duras condiciones del ajuste exigidas para seguir en la Unión y que Atenas reciba los 130.000 millones de euros que necesita para su supervivencia; Tsipras quiere romper con el pasado y sueña con que Grecia quede como una suerte de eslabón perdido de la Unión Europea. No obstante a última hora el político izquierdista, bestia negra de las finanzas internacionales, moderó su lenguaje. Las espadas quedaron, pues, en alto para hacer más especial si cabe este fin de semana.


Así las cosas, podríamos decir de forma exagerada que sólo nos quedan dos valores seguros, Nadal y Zara. El tenista Rafael Nadal, número dos mundial, que ha conquistado su séptimo Roland Garros en París venciendo al número uno, el serbio Novak Djokovic. Y la empresa multinacional española y gallega Inditex, fundada por Amancio Ortega y dirigida por Pablo Isla, gigante textil que crece al 30% trimestral, posee 5.618 tiendas en 85 países y aumentó en ventas el 15% a pesar de la crisis. No compensa pero reconfortan.

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