Opinión

UN MUNDO EN ALTA TENSIÓN

La foto de Barack Obama y Vladimir Putin en las primeras páginas de los periódicos mundiales el pasado 19 de junio, con gesto adusto y tirante, al término de la Cumbre del G-8 en Lough Erne (rlanda del Norte) fue muy elocuente. Y reveló por sí sola el pésimo momento por el que pasan las relaciones ruso- norteamericanas y por elevación, este-oeste. El enfrentamiento entre ambas primeras potencias, a cara de perro, muestra que el malestar es mutuo. Norteamérica critica a Rusia por estar armando a los rebeldes contra el régimen del presidente Bashar Al Asad de Siria en la guerra más sangrienta de los últimos tiempos, ya ha causado más de 80.000 muertos y el doble de heridos, la destrucción con armamento muy sofisticado es masiva, el número de desplazados que huyen hacia la frontera o se refugian en naciones vecinas como Turquía, para los que la Cumbre acordó una ayuda humanitaria de 1.500 millones de dólares, ingente. Secuela perversa de la pacífica Primavera Árabe, comenzó en el año 2011 y mantiene a sangre y fuego a la nación musulmana en un conflicto que no parece tener fin.


Las fuerzas involucradas son de un lado, Rusia, Irán y el movimiento islamista Hezbolá; de otro, los insurgentes del Ejército Libre de Siria que apoyan Turquía, Israel, Líbano y sobre todo los Estados Unidos. Se trata del choque más largo y cruento de la región y tiene lugar ahí al lado, en el Mediterráneo oriental, un peligroso polvorín para toda la inestable zona.


El entendimiento parece descartado por lo de ahora y esta tensa entrevista de ambos mandatarios aparece como prueba palmaria de ello. Nos tenemos que acostumbrar a un mundo en alta tensión.




ALGO DE ESPERANZA


Bueno, por los importantes intereses creados que están en juego, no llegó esta vez la sangre al río. Los dos mandatarios reconocieron en la declaración final la necesidad de contener la violencia y de buscar una solución pacífica pero suena a retórica de buenas intenciones y algo cínica mientras ambos refuerzan con sofisticadas armas a sus partidarios en el terreno de operaciones. Poco es, sobre todo si se tiene en cuenta que los combates resultan cada vez más sangrientos en esta catástrofe humanitaria. Hoy en día, la vida es una mercancía muy barata en Siria.


El alejamiento de posiciones parece insalvable: Rusia, la gran valedora de Siria, ha bloqueado en el Consejo de Seguridad de la ONU un acuerdo del G-8 para ayudar a los rebeldes, que quedó tan descartado 'sine dia' como la misma solución rápida del diferendo. 'Estamos de acuerdo en empujar a ambas partes a negociar', dijo no obstante con paños calientes Vladimir Putin en el tira y afloja de declaraciones mientras la gran matanza, de que pueden ser muestra las ciudades de Alepo o Damasco, no cesa en la desgraciada nación musulmana de 20 millones de habitantes.


El pulso ruso-americano en esta parte del mundo se ha convertido en el tema obligado y recurrente de la prensa internacional que, por medio de las agencias y de los medios de comunicación de masas y televisiones repìquetean las mismas noticias al mismo tiempo como para convencernos de que este horror está sucediendo: roce, pues, entre primeras potencias con relentes de guerra fría.


Algo de esperanza podría venir de la muy dificultosa conferencia de paz en Ginebra, acordada por las autoridades rusas con el secretario de Estado John Kerry en Moscú el mes pasado y de la que ha hecho mención explicita el comunicado del G-8. Pero para tal cita no se ha concretado ni fecha exacta, ni formato ni contenido, o sea que es como ese objeto móvil que cada vez se escapa hacia adelante cuando crees que le has dado alcance.


Siria es un formidable punto de fricción entre Washington y Moscú. Pero hay muchos otros como quedó patente en el aerópago del G-8. una suerte de gobierno del mundo con EEUU, Rusia, Alemania, Reino Unido, Japón, Francia, Italia y Canadá. Ya que no podemos llegar a acuerdos para detener la guerra en Siria, parecen haber dicho. Cambiemos de tema de conversación, diferendos no faltan. Por ejemplo, en lo económico.


Los reunidos se han fijado nuevas tareas: entre otras, luchar contra los paraísos fiscales . la evasión de impuestos o conseguir la hasta ahora inalcanzavle transparencia fiscal, algo, esto útimo que no se hará evidentemente de la noche a la mañana pero que es la primera vez que se plasma en un comunicado conjunto. Se va a acabar el atravesar fronteras para escapar al fisco, las haciendas de Europa se transmitirán los datos de los posibles infractores.




eL PARAÍSO TERRENAL


Para mas inri, en la agobiante actualidad, las potencias están sometidas a una maraña de espionaje masivo en todas direcciones, norte-sur, este-oeste, nación a nación, por medio de Internet, Facebook, twitter y redes sociales.


EEUU es acusado de obtener datos confidenciales incluso de sus aliados, el Reino Unido se escuda en una ley de 1994 para pinchar teléfonos y comunicaciones pero el diario británico 'The Guardian' (izquierda), convertido en el San Jorge de la transparencia frente al dragón de la ocultación, descubrió todo un yacimiento de informaciones confidenciales y secretas y lo airea poco a poco a los cuatro vientos. Está revelando a la luz pública, los documentos del exempleado de la CIA, Edward Snowden, en paradero desconocido. La informática ha acelerado el proceso, por ejemplo, informa la prensa que Londres espiaba millones de llamadas y correos por la red de fibra óptica. Así, a tal clima de delicuescencia se uneen Occidente la desconfianza hacia todo mundo.


Siria vive bajo la férula de la dinastía Asad desde el final de los años setenta, hoy reprsentada por el presidente Bhasar el Asad, que como sus antecesores pertenece a la minoría religiosa alauí, del clan chií que representa a un 12% de la población frente al 74% que suponen los musulmanes sunníes, una situación de inferioridad demográfica a la que los analistas achacan, entre otras cosas, el recurso a la fuerza a ultranza, la represión violenta y la dificultad de llegar a acuerdos en el brutal enfrentamiento actual.


Paradójicamente es en Siria, en Mesopotamia, entre los ríos Tigris y Eufrates, en donde la Biblia sitúa el Paraíso Terrenal, el colmo de la paz.

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