En 1993, en la prestigiosa revista norteamericana Foreign Affairs, el politólogo Samuel Huntington publicó un artículo después convertido en libro sobre el Choque de Civilizaciones, en respuesta a la teoría demasiado optimista y pretenciosa del Fin de la Historia de Francis Fukuyama, para quien la ideología neoliberal, la de los Estados Unidos, era la única que había prevalecido. Cada día hay más ejemplos de choque de civilizaciones, el último está ocurriendo ante nuestros ojos, partió de una llamarada y se ha convertido en un incendio.
Pues bien, a Huntington. discípulo del renombrado historiador Arnold J. Toynbee, le faltaba un pequeño gran detalle, no había contado con las religiones, olvidando, en particular, la fuerza -por cierto, no democrática- del mundo islámico, que representa a 1.300 millones de musulmanes y que se extiende por veinte países. Hoy en día está de rabiosa actualidad debido a una provocación grosera que a todos nos gustaría habernos ahorrado porque ha desembocado en un rebrote mundial de integrismo religioso. Fanatismo llama a fanatismo.
La culpa la tiene la película norteamericana de título que quiere ser paródico, 'Inocencia de los musulmanes', realizada por Sam Bacile, promotor inmobiliario de 54 años, de doble nacionalidad, estadounidense e israelí. Es una burda cinta de dos horas de duración, con sesenta actores y equipo técnico de 25 personas, costeada por donaciones anónimas de cinco millones de dólares, vamos, que no fue nada improvisada sino pensada adrede para ofender. Narra de manera insultante la vida de Mahoma, es un largometraje blasfemo para los musulmanes por describir al profeta como un acosador sexual, pedófilo, ladrón, polígamo de 61 mujeres a lo largo de su vida, en fin, como un santo varón dechado de virtudes...Aunque sólo se haya exhibido en una sala semivacía de Hollywood (EEUU), el filme ha soliviantado a los creyentes del islam -que nunca lo han visto- provocado manifestaciones de protesta de extremistas desde Túnez a Yakarta, desde Rabat a El Cairo y causado en un primer tiempo cuatro muertos -incluido el embajador norteamericano- en el asalto por la turba al consulado de EEUU en Bengasi (Libia) y más tarde 11 más en Pakistán. Según las crónicas, Sam Bacile, que ahora se esconde tras su hazaña, declaró a The Wall Street Journal: se trata de demostrar que 'el islam es un cáncer', sin precisar si es curable o terminal. El constructor inmobiliario no parece muy sutil, el odio y el escarnio son malos consejeros, echar gasolina al fuego no es recomendable. Les he dado muchos datos porque no acabo de creerme lo que ha pasado por su irracionalidad y para resaltar aún más este caso de choque frontal de culturas aunque no se dé en Europa ante nuestras narices sino en Norteamérica.
En última instancia, se trata es una carga de profundidad contra la política norteamericana respecto a la Primavera Árabe y a las buenas relaciones que Barack Obama trata de desarrollar con Egipto, Túnez y Libia, países árabes considerados ahora moderados. EEUU ha enviado a Libia dos barcos de guerra, artillados con misiles, así como el cuerpo especial de marines estacionado en España comentando lacónicamente Obama 'se hará justicia'. Con su mezcla de firmeza y de prudencia habituales, el presidente comentó que respetaba la fe de cada cual pero que rechazaba tajantemente el uso de la religión para impulsar la violencia.
En esto, una revista satírica francesa, 'Charlie Hebdo' (El semanario de Charlie), echó más leña al horno -si no quieres caldo, dos tazas- al publicar varios números con caricaturas y rechiflas sobre Mahoma. El director de la publicación, Stéphnane Charbonnier, aparece en la portada con el puño en alto, en actitud puerilmente revolucionaria, con gafas y cara de no haber roto nunca un plato y protesta: 'sólo se considera provocación cuando dibujamos a Mahoma'. De resultas, la revista ha hecho varias ediciones de 30.000 ejemplares, su tirada habitual, y se ha convertido en un icono, aunque soez, de la Francia laica y librepensadora. A sus editores parece importarles poco el lío internacional armado, al contrario están muy orgullosos de haberlo hecho y se consideran adalides de la libertad de expresión. 'La autocensura es el principio del totalitarismo', proclaman ufanos. Pero ¿se puede poner en peligro las relaciones exteriores de Francia por la libertad de prensa de una publicación humorística? Todo esto resulta un poco exagerado.
Al gobierno socialista de François Hollande se le ha ido de las manos este asunto que ha cobrado una dimensión inesperada. lo trata con pies de plomo. Ha tomado una serie de medidas para calmar la tensión, algunas espectaculares como la protección de 20 embajadas en países árabes, incluso su cierre temporal. Alemania le ha seguido con medidas similares mientras pasa la efervescencia. El ministro del Interior francés, el enérgico Manuel Valls, denegó permisos de manifestación a organizaciones que querían protestar contra de la proyección del tráiler de 'La inocencia de los musulmanes' así como contra quienes querían protestar por las caricaturas de Mahoma. El presidente del Grupo de Verdes del Parlamento Europeo, el veterano de Mayo 1968 Daniel Cohn-Bendit terció en la polémica declarando razonablemente que todos los los integrismos son estúpidos, el judío, el musulmán, el cristiano y el laico.
No ha habido fatuas, sentencias de muerte lanzadas por un imán, de momento en esta nueva situación. La última, publicitada hasta la saciedad, fue la decretada por el ayatolá Jomeini contra Salman Rushdie por la publicación de 'Los versículos satánicos' en 1988. Azote del extremismo religioso, Rushdie se salvó hasta ahora pero tuvo que vivir escondido, bajo protección policial en en Gran Bretaña durante años, ahora vive en Nueva York donde acaba de publicar un libro autobiográfico titulado 'Joseph Anton' en homenaje culto a Joseph Conrad y Anton Chejov. Preguntado como era natural por la polémica, condenó severamente tanto el vídeo sobre Mahoma como la reacción violenta consiguiente en una declaración equilibrada y salomónica.
