Opinión

SIGNOS DE ALARMA PARA SARKOZY

Inesperadamente, Francia se despertó el lunes 26 de septiembre último con un Senado de mayoría socialista tras años y años de supremacía conservadora en esta Alta Asamblea sita en el Palacio del Jardín de Luxemburgo de la capital francesa. Es un cambio de mayoría que no se producía desde la fundación de la V República por el general Charles de Gaulle en 1958. El Senado francés, que puede debatir pero no aprobar leyes y siempre ha estado a las órdenes del Gobierno, se mantuvo hasta ahora al margen de la vida política como un reducto conservador un poco arrumbado. Su giro es pues histórico.


La semana pasada, el resultado de la votación senatorial fue un síntoma más de la crisis que embarga a los franceses, desorientados ante una situación de gran incertidumbre que no pueden dominar, sin saber qué hacer para remediarla. Tanto que, hecho sin precedentes,incluso terminó por repercutir en el valetudinario Senado, cuya flamante mayoría podría ahora retrasar la aprobación de leyes,?incluidas las de los presupuestos del Estado y de la Seguridad Social.


Por ello supone un grave revés, amén de una clara señal de alarma, para Nicolas Sarkozy a siete meses de las próximas elecciones presidenciales. 'Hay que aceptar dignamente esta derrota', comentó de forma escueta el mandatario ante la desagradable e inesperada sorpresa. Y su primer ministro François Fillon trató de quitarle?importancia apresuradamente, advirtiendo que la auténtica hora de la verdad será la de las próximas elecciones presidenciales en la primavera de 2012, los franceses suelen elegir esta estación del año para los cambios, y en particular el mes de mayo, que representa la renovación. El primer ministro quiso tranquilizar a los suyos con la idea de que están a tiempo a más de medio año de los comicios y cedió de forma melodramática y algo solemne a un lenguaje bélico para describir el momento: 'La batalla comienza'.


Hay que señalar que la victoria socialista en la Cámara Alta fue?exigua, tan solo de dos escaños más que los conseguidos por la?derecha, ahora hay 177 senadores socialistas, según el recuento?recogido en los periódicos y en las redes sociales. Además, en el?Senado francés no se vota de forma directa por sufragio universal sino por medio de 71.000 grandes electores, es decir, diputados, consejeros regionales y provinciales, alcaldes y ediles. Sufragio?indirecto éste que hace todavía más preocupante para los conservadores la derrota de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) de Sarkozy que?ha gobernado durante los últimos cinco años.


De momento, el vuelco electoral es un signo premonitorio más del?cambio político que se perfila en el Hexágono galo y que viene a?sumarse a los encajados por la derecha en las elecciones regionales y cantonales. Un aviso que no debería echarse en saco roto. Es como si el francés medio se estuviera acostumbrando a una nueva 'Piel que habito' como reza el título de la reciente, imaginativa y tortuosa película de Pedro Almodóvar que tanto gusta a los franceses y pido?perdón por ceder a la actualidad cinematográfica.


Resumiendo, estos fracasos electorales ponen en guardia al?efervescente Nicolas Sarkozy que va a acelerar todavía más su?actividad desbordante de 'hiperpresidente', que hasta ahora no le ha dado frutos claros sino que al contrario le ha conducido al impasse actual justo al acabar su primer quinquenio. Hoy por hoy, todos los sondeos le dan como perdedor en la próxima contienda electoral, el socialista François Hollande es el favorito, pese a que no fue nunca diputado ni ejerció cargo político a nivel nacional, sólo desempeñó la función de secretario general del Partido Socialista. Quizá le falte?carisma, pero se expresa claramente y posee una cualidad muy apreciada hoy en día en Francia, es económicamente honrado.


Sarkozy, sexto presidente de la Repúbica Francesa desde el 16 de mayo de 2007, sucedió a su correligionario Jacques Chirac y cometió la imprudencia de hacer toda una panoplia de promesas imposibles de cumplir. Al llegar al Palacio del Elíseo con una sólida mayoría que le dejaba las manos libres, quiso encarnar el cambio en todo e ilusionó a?sus electores con la idea de que una Francia más eficaz era posible. Anunció en 2007 un programa económico ambicioso que acometía males endémicos del país con propuestas de rebaja de impuestos, de flexibilización del mercado del trabajo y de la semana laboral de 35 horas, implantada por el Partido Socialista y difícil de mantener. Trataba de aumentar la productividad y los salarios pero en tiempos de una crisis sistémica sus proyectos se convirtieron en fracasos, uno por uno. Hoy en día Francia tiene dos agujeros negros: una deuda colosal de 1,5 billones de euros (que equivale a más de 80 % de su?Producto Interior Bruto (PIB) anual. Y un déficit presupuestario que se cifra en un 8,2 %del PIB, muy lejos de la barrera del 3% que preconiza el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la Unión Europea.


Francia está en bancarrota, había advertido en una frase célebre François Fillon al encargarse de las cuentas del Estado en 2007.


Desgraciadamente, la situación empeoró de forma grave y hoy Fillon sólo puede hacer promesas, algunas tan extravagantes como la de ahorrar nada menos que 12.000 millones de euros en dos años, un?objetivo muy improbable con el crecimiento átono actual. Tal es la coyuntura económica gala que Nicolas Sarkozy ha creado un impuesto especial que grava con el 3% a los ingresos de las personas que ganen más de 500.000 euros anuales, y ello con la anuencia de estas grandes fortunas, dispuestas a arrimar el hombro para que no zozobre el país. Francia es pues en la actualidad uno de los estados enfermos de Europa, aunque en esto haya mucha competencia.


Los franceses adoran las elecciones, les gusta votar, saber que pueden decidir, tienen la ilusión de que de su papeleta dependa un cambio. De Gaulle, que les conocía bien, les colmó inventando la segunda vuelta. En la primera, es bien sabido, se vota con el corazón y en la segunda con la cartera; sistema a dos vueltas, que no existe en las demás democracias europeas donde se vota una vez y basta, se trata de una especie de 'trasacordo' tal como se diría en gallego. Como resultado, la nación vecina casi siempre está en campaña electoral. Ahora por ejemplo, en esta búsqueda de la excelencia democrática, el Partido Socialista francés va a celebrar primarias el 9 y 16 de octubre para dirimir quien será su candidato a las presidenciales demayo de 2012.


François Hollande, Martine Aubry, Segolène Royal, Manuel Valls, francés hijo de español de verbo florido y otros dos sin grandes?posibilidades para alcanzar el triunfo pero competentes se disputan la candidatura recorriendo el país y llenando los medios de comunicación de argumentos y de programas en un abanico de posibilidades políticas. El Partido Socialista francés quiere demostrar que tiene profusión de ideas.


Francia resulta admirable en muchos campos. Su gastronomía es proverbial, en pintura creó y difundió el impresionismo, en arte el surrealismo, brilló en literatura y en filosofía con el existencialismo, inventó la moda, cuenta con la principal carrera ciclista, el Tour de France, con el más importante certamen de cine, el Festival de Cannes? Sin embargo, la economía no parece dársele bien.


Y quizá esté perdiendo su 'joie de vivre' (alegría de vivir) con la crisis económica que la sume en la desmoralización. n

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