Opinión

Bandera blanca

En los últimos días se ha visto un continuo desfilar de gentes con banderas españolas, senyeras, esteladas, las del águila y el toro, la tricolor… Todas ellas tienen un elemento común, nada simbólico, el asta al que van sujetas, lo que las puede convertir y de hecho las convierte en un instrumento con el que se puede agredir y herir al que se considera distinto o discrepante algo más que los sentimientos. Es la lucha a garrotazos tan goyesca y que algún sesudo estudioso ha tomado como la imagen verdadera de la idiosincrasia nacional o nacionalista, que tanto da. Lástima que entre tanto energúmeno decidido a dar un uso bélico a las banderas no haya aparecido ningún portador de una bandera blanca. “A ver, diría, cesen las hostilidades y sentémonos a parlamentar”. Sin duda causaría sorpresa en un primer momento. Luego se disputarían quién de ellos atiza con la suya al heraldo de la paz. 

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