Opinión

Nuevos hoteles

Habrá que preguntarles cuando bajen cómo ha sido la experiencia, si es que han vencido el miedo por la incertidumbre de la situación. Como alguien haya sufrido una especie de síndrome de Estocolmo y diga que lo ha pasado bien, que el balanceo lejos de asustarle le ha mecido como a un niño, ya habrá quien esté pensando en hacer negocio y abrir un nuevo mercado hotelero. Cincuenta personas se han quedado colgadas a 3.000 metros de altura en un teleférico de los Alpes como consecuencia de una avería mecánica, sin que su vida corra peligro. Si el negocio prospera tiene además el aliciente de que sacan al cliente de la habitación colgado de una cuerda en un helicóptero. Después de los hoteles en los árboles este es un paso casi obligado. 

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