Opinión

Los nombramientos de Trump

Donald Trump se mueve bien en las aguas de lo políticamente incorrecto. En los dos meses largos que transcurren entre la fecha de las elecciones y su jura como presidente el 20 de enero, Trump ha hecho gala de mantener su criterio contra viento y marea, sin que le importen las imposiciones de los responsables de su seguridad personal, o los hábitos inherentes a la presidencia.  Ha anunciado que su mujer y su hijo pequeño no vivirán permanentemente en la Casa Blanca, por ejemplo, o que no tiene la menor intención de aprobar la renovación del Air Force One por un modelo más moderno, con mayores comodidades y mejoras de tipo técnico.

Sin embargo el capítulo  que está provocando más expectación es el de los nombramientos de su futuro gobierno, en el que destaca el general  Mattis como futuro Secretario de Defensa. Es un militar de prestigio,  que ha participado en duras campañas a lo largo de su vida profesional, entre ellas las de Afganistán e Irán, pero que ha provocado no pocas polémicas por la dureza de sus decisiones. Implacable, se ganó el mote de “Perro Loco”, lo que no parece  muy indicado para quien será responsable de la política de  Defensa de Estados Unidos. Pero  Trump  no se ha inmutado ante las críticas. Por el contrario,  su siguiente nombramiento abundaba en la línea de dureza:  su asesor personal de Seguridad será  el general retirado Michael Flynn, una figura controvertida  por su admiración hacia Putin y su rechazo exacerbado hacia todo lo que signifique Islam, incluidos los ciudadanos musulmanes que jamás han tenido una actitud violenta en su biografía. Trump sin embargo tiene un argumento en defensa de Flynn: durante una etapa del mandato de Obama tuvo un cargo de responsabilidad en el departamento de Inteligencia del Pentágono.

El último nombramiento de Trump ha provocado nuevamente asombro:  Scott Pruitt, como responsable de la agencia de medio ambiente. Se comprende el asombro, porque Pruitt se caracteriza por su negación del cambio climático, lo que significa que difícilmente aceptará cumplir el acuerdo de París que firmó Estados Unidos.

A Trump no le han importado los comentarios adversos:  nunca le han afectado, jamás un comentario le ha hecho rectificar. Es lógico por tanto que inquiete el curriculum de algunos miembros de su futuro equipo, ya que el futuro presidente ni se plantea cambiarlos.

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