Opinión

Putin vuelve a ganar

No hay ninguna duda, Vladimir Putin volverá a ganar mañana las elecciones presidenciales rusas para un mandato de otros seis años al frente del Kremlin, con la duda de si a sus 71 años, cuando concluya este mandato, volverá a presentarse nuevamente aunque la Constitución actual lo prohíba. Por ese motivo, entre los años 2000 y 2004 fue su hombre de paja Dmitri Medveved quien ocupó formalmente la presidencia, mientras Putin ejercía de primer ministro.

En estos comicios, Vladimir Putin va a darse un paseo militar ante los otros siete candidatos, a elegir entre dos comunistas, un liberal, otro representante del centro izquierda, dos ultranacionalistas o una mujer, Ksenia Sobchak, una popular presentadora de televisión en Rusia, hija del que fuera alcalde de San Petersburgo y mentor político de Putin, Anatoli Sobchak. Ninguno de ellos tienen posibilidad de hacer sombra a Vladimir Putin al que las encuestas dan una intención de voto superior al 65% mientras que ninguno de los demás alcanza el 10%. Quien podría concitar algún apoyo superior, el abogado y bloguero opositor de 41 años, Alexéi Navalni, quedó inhabilitado para presentar su candidatura por decisión judicial con el pretexto de sus antecedentes penales.  

El presidente ruso apenas ha hecho campaña electoral salvo un mitin concierto ante cien mil personas, alguna visita esporádica a alguna fábrica y una visita a Crimea, acerca de la cual reiteró que no hay ninguna posibilidad de reversión a Ucrania,

 Y es que Crimea por una parte, y la participación en la guerra de Siria en apoyo de su aliado Bachar el Assad por otra, han convertido a Putin en el líder que ha permitido a Rusia recuperar el orgullo nacional y volver a aparecer como una gran potencia en el concierto internacional. Si a eso se añade el inicio de una nueva carrera armamentística, con la construcción de misiles capaces de burlar el escudo protector armado por Washington, el nivel de su popularidad se encuentra por las nubes.

 Como en toda carrera de armamentos los paganos de su alto precio suele ser la ciudadanía, en este caso, de un país empobrecido, estancado económicamente, con un crecimiento raquítico en los dos últimos años, con 30 millones de pobres y con un retraso tecnológico en el resto de los campos alarmante y cuyos ingresos proceden sobre todo de la venta de petróleo, y que sufre las consecuencias de las sanciones internacionales por la invasión de Crimea.

 Y para terminar de apuntalar su campaña electoral el episodio del envenenamiento del antiguo espía ruso Sergei Skripal y su hija Yulia en Gran Bretaña y la reacción tanto de este país como del resto de las principales capitales occidentales, y la de Moscú, van a suponer el último empujón a su campaña. No lo necesitaba.

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