Opinión

La costra machista

La tarde que el abuelo asistió a una corrida de toros en el desaparecido coso coruñés acudió después a confesarse en la iglesia de Santa Lucía por haber deseado la muerte del torero. Y no pasa un día sin que este chófer de anécdotas sienta el mismo deseo por la costra machista que se resiste a desprenderse. El asesinato de una mujer en O Carballiño a manos de su marido -cuentan que podría padecer una enfermedad mental- provoca reacciones de condena inmediatas, pero la violencia machista continúa anidando en el subconsciente masculino y es más pública de lo que queremos creer e incluso la permitimos. 

La muerte por cáncer de Bimba Bosé generó escalofriantes comentarios en las redes sociales de gentuza que tendría que estar enchalecada de por vida. La libertad de expresión no puede enmascarar a los desalmados ni camuflar la podredumbre, aunque los pensamientos negativos casi siempre acarrean una penitencia atroz. Es cuestión de tiempo y de justicia. 

Con la violencia machista no puede haber compadreo ni coñas porque serás cómplice y escoria. Ayer, en uno de los abrevaderos en los que caes por proximidad y no por afinidad, unos tipejos de unos sesenta años se pusieron a hablar de ligoteo a pesar de que alguno ya se apoyaba en un bastón. "Es mejor estar solo, que mantenerla", comentó un cliente. "Yo quiero una mujer con pensión y el piso pagado", añadió otro envalentonado por las risas de los colegas. "Yo a una mujer no le doy más que 35 euros", sentenció el tabernero sin disimular que es cliente de los lupanares de la ciudad. 

Y en ese mismo instante una mujer pidió la cuenta tras censurar sus comentarios y anunciar el firme propósito de no gastarse en ese tugurio un duro más. "No te enfades, somos mayores y hablamos por hablar", intentó disculparse el dueño ante la espantada. Dos hombres seguimos a la mujer que en el quicio de la puerta se volvió y dijo: "Si todos hicieran lo mismo, esta sociedad sí tendría remedio". 

Ayer detuvieron en Ferrol y en Ourense a dos hombres por saltarse la orden de alejamiento de sus exparejas. En Galicia hay en la actualidad 138 mujeres víctimas de violencia de género protegidas por la Policía Autonómica que viven con miedo. Podemos ir al confesionario o arrancar la costra. 

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