Opinión

Y para morir, también Lugo

Desde hace más de una cuarentena de años, la atinada frase "y para comer, Lugo", acuñada por Alfredo Sánchez Carro, acompaña a cada referencia de la ciudad amurallada. Más tarde vendría aquel anuncio de una compañía telefónica, que independientemente de la ruta del cliente soltaba siempre: "¿A Lugo? Son 10.000".

Lugo es sinónimo de excelentes 'cheas' pantagruélicas, pero desde hace un tiempo para morir, también Lugo. Cuando el presidente Feijóo llegó a la Xunta de Galicia se comprometió a que en pocos meses el nuevo hospital contaría con los servicios de hemodinámica, radioterapia y medicina nuclear. Tras muchas protestas, el Gobierno gallego abrió la atención hemodinámica, pero sólo de 9 a 15 horas. "En Lugo sólo puedes infartar por la mañana", comenta Vicente Quiroga, exalcalde en la trinchera popular y hoy instigador de las manifestaciones para conseguir la mejora del sistema sanitario lucense. "Tener hemodinámica todo el día sólo costaría 100.000 euros, menos que el traslado hasta A Coruña de los pacientes", añade.

Vicente Quiroga fue el encargado de defender una Iniciativa Legislativa Popular en el Parlamento gallego que contó con más de 40.000 firmas. Fue la más numerosa de la historia. Ha pasado el tiempo y los enfermos lucenses continúan trasladándose en ambulancia hasta el Hospital Universitario de A Coruña para recibir el tratamiento de radioterapia o de medicina nuclear en lo que se ha llamado ya "la ruta del cáncer". El viaje de ida y vuelta desde una aldea de la montaña desloma hasta al más sano, pero la Xunta de Feijóo continúa sin cumplir con su palabra. Para el jueves 26 de junio hay convocada otra gran movilización y veteranos como el exregidor se esfuerzan por comunicar el problema y las pocas ganas para la resolución en todas las ferias de la provincia. A Feijóo no le conviene que se mueran potenciales votantes, como sabía Fraga. 

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