Opinión

Patético Alatriste

Tele 5 nos convocó ante el televisor con la llamada para ver la gran obra de ficción de este año y, una vez más, la cadena volvió a errar el tiro. Los contenidos de calidad no son su fuerte. La puesta en serie de la historia de Pérez Reverte es un fiasco desde un montón de puntos de vista dramáticos, artísticos, interpretativos, de guión, de dirección… Pero no es este espacio una columna de crítica televisiva para entrar en esos detalles. Del patético Alatriste me interesa lo que puede representar en la historia y en nuestra literatura.

La serie de televisión está abocada al fracaso en el terreno de la calidad porque parte de una base literaria de paja. Las novelas tejidas con el Capitán Alatriste no pasan de ser una anacrónica imitación de "Los Tres Mosqueteros" de Alejandro Dumas. Y ya sabemos aquello de que los defectos en literatura acaban siendo de los imitadores, por mucho marketing que le pongan en el maquillaje a la hora de vender.

Del mismo modo, el concepto de la serie imita a la exitosa "Águila Roja" de TVE, con la diferencia de que la imitada se presentó desde la humildad del entretenimiento y un presupuesto razonable para una comedia/tragedia de capa y espada. Simplemente. La superproducción de Tele 5 y las ínfulas del padre de la criatura, con millones de euros invertidos y rodaje en paraísos lejanos, en lugar de producir en España, pretenden contarnos la decadencia del imperio español en el Siglo de Oro con personajes reales desfigurados, mal estudiados y situaciones rocambolescas mal construidas, a pesar de estar inspiradas en viejas leyendas urbanas del siglo XVII, anteriores y posteriores.

El patético Alatriste, que también fracasó siendo la segunda película más cara del cine español, dirigida por Agustín Díaz Yanes y protagonizada por Viggo Mortensen, pretende darnos a conocer el desastroso reinado de Felipe IV, quien perdió Portugal para siempre y no fue capaz de cerrar la herida por la cual se derramaría toda la sangre de las provincias americanas del imperio. Eso sí, la propaganda oficial lo calificó de Felipe IV “el grande” y hasta de “Rey planeta” y nadie recuerda que fue llevado a la pila bautismal por el famoso Duque de Lerma, campeón de la corrupción durante el reinado de Felipe III. Buen padrino.

Lo lamentable de semejante historiografía para el gran público, es que los responsables de la criatura inciden y difunden todos los tópicos de la historia y del mal uso que se viene haciendo de ellos a la hora de conocer la realidad de nuestro pasado como país.

Te puede interesar