La feria del 14 regresó a la villa antelana en un día marcado por agradables temperaturas de hasta 24 grados. Sin embargo, feriantes y asistentes coincidieron en que, pese a notarse un incremento de compradores con respecto a las últimas citas -con pocas personas a causa de la pandemia del covid-, se notó menos afluencia en comparación con otros meses de julio.
Los puestos volvieron a desplegarse por el entorno de O Toural y la rúa Carmen Nóvoa, ubicaciones habituales desde que se recuperaron este tipo de mercadillos en aras de mantener la distancia de seguridad entre vendedores y compradores. Además, sigue vigente el acuerdo adoptado por los feriantes de mantenerse en las nuevas posiciones hasta que se consiga dar con una vacuna que frene el coronavirus. Sin embargo, algunos echan en falta colocar su puesto en el lugar en el que llevan haciéndolo durante décadas, ya que la ubicación de los feriantes es "sagrada". Otros se adaptan a los necesidades actuales, aunque piden que se dinamicen las nuevas zonas para atraer a los compradores. Es el caso de José Luis Gabarri, integrante de la Comisión de vendedores ambulantes de Xinzo de Limia. "Las ferias han cambiado, ahora venimos con vehículos más grandes. Hace falta espacio y con los virus que hay no puede haber aglomeraciones. Las zonas tienen que estar acotadas", opina. "La calle San Roque se queda pequeña. Hay feriantes que quieren volver a su ubicación habitual porque existe esa cultura de que la gente te venga a buscar a tu sitio", añade.
Sobre la posibilidad de que el cambio se mantenga indefinidamente, José Luis pide a la regidora local "que dinamice esta calle, que traiga fruteros y jamoneros. Ahora mismo sólo tenemos ropa. Hay jamoneros que están en la Plaza de Abastos que podrían estar por aquí. Así esta calle no muere".
