El escritor y cineasta Alberte Pagán cuenta en un libro todos los secretos sobre la faceta más desconocida del artista más popular del siglo XX, Andy Warhol, como director de cine.
Alberte Pagán (Carballiño, Ourense, 1965) vive en la localidad coruñesa de Porto do Son, donde trabajó durante los últimos catorce años en un libro que publica Cátedra en su edición 'Cineastas' con el título 'Andy Warhol'. Eligió al estadounidense porque es 'uno de los más importantes cineastas de la historia', que se acercó tanto al cine comercial como hizo películas de las 'más radicales del cine experimental'.
El volumen, de más de quinientas páginas, trata sobre el 'artista más conocido nominalmente de todo el siglo XX', aunque como director aplicó 'todas sus técnicas vanguardistas'. 'Este libro se empezó a escribir a partir del año 2000, aprovechando que entonces hubo unas exposiciones bastante completas de Andy Warhol tanto en Bilbao como en Oporto. Fue una oportunidad única para acercarse a su cine', indica.
Pagán reconoce que quería eliminar todos los errores que comete la gente cuando habla de Warhol, como 'confundir sus películas con las de su 'sucesor', Paul Morrissey', que hizo películas más 'comerciales y superfluas'. Por eso se dedicó a investigar sobre todo lo que se había publicado, que era 'mucho en cantidad, pero poco en calidad', con muchas cuestiones falsas o que simplemente se trataban de oídas, cuenta Pagán.
A pesar de la extensión del libro 'es imposible comentar todas las películas que hizo Warhol, pues tiene cientos y cientos que todavía no sabemos si se estrenaron o si no y se están descubriendo muchas que desconocíamos'. Entre todas, el autor se queda con 'Sleep', cuyo 'metraje original no pasa de cuarenta minutos, pero tras un proceso de montaje muy elaborado en la que se dispuso la misma imagen en bucle, simulando continuidad y repitiendo planos hasta un total de cinco horas con un concepto muy cubista'.
Considera las dos etapas de Warhol como 'muy interesantes' ya que en ellas 'abarcó todo' a pesar de 'los pocos años en que se dedicó al cine', que apenas fueron 'cinco seis muy intensos en los que casi abandonó la pintura'. 'Personalmente me gusta más la primera época que es más radical y más formal. Su aportación al arte cinematográfico es la utilización de la bobina como elemento articulatorio. Al principio filmaba con bobinas de cien pies, medida que utilizaba como estándar independientemente de lo que hubiese, aunque fue aumentando hasta llegar a las de 1.200 pies, que a la velocidad del cine mudo, permitía películas de gran formato de hasta 48 minutos', concluye.
El volumen, de más de quinientas páginas, trata sobre el 'artista más conocido nominalmente de todo el siglo XX', aunque como director aplicó 'todas sus técnicas vanguardistas'. 'Este libro se empezó a escribir a partir del año 2000, aprovechando que entonces hubo unas exposiciones bastante completas de Andy Warhol tanto en Bilbao como en Oporto. Fue una oportunidad única para acercarse a su cine', indica.
Pagán reconoce que quería eliminar todos los errores que comete la gente cuando habla de Warhol, como 'confundir sus películas con las de su 'sucesor', Paul Morrissey', que hizo películas más 'comerciales y superfluas'. Por eso se dedicó a investigar sobre todo lo que se había publicado, que era 'mucho en cantidad, pero poco en calidad', con muchas cuestiones falsas o que simplemente se trataban de oídas, cuenta Pagán.
A pesar de la extensión del libro 'es imposible comentar todas las películas que hizo Warhol, pues tiene cientos y cientos que todavía no sabemos si se estrenaron o si no y se están descubriendo muchas que desconocíamos'. Entre todas, el autor se queda con 'Sleep', cuyo 'metraje original no pasa de cuarenta minutos, pero tras un proceso de montaje muy elaborado en la que se dispuso la misma imagen en bucle, simulando continuidad y repitiendo planos hasta un total de cinco horas con un concepto muy cubista'.
Considera las dos etapas de Warhol como 'muy interesantes' ya que en ellas 'abarcó todo' a pesar de 'los pocos años en que se dedicó al cine', que apenas fueron 'cinco seis muy intensos en los que casi abandonó la pintura'. 'Personalmente me gusta más la primera época que es más radical y más formal. Su aportación al arte cinematográfico es la utilización de la bobina como elemento articulatorio. Al principio filmaba con bobinas de cien pies, medida que utilizaba como estándar independientemente de lo que hubiese, aunque fue aumentando hasta llegar a las de 1.200 pies, que a la velocidad del cine mudo, permitía películas de gran formato de hasta 48 minutos', concluye.
