Drive: ¿Te gusta conducir? Por fortuna, a Ryan Gosling sí

Foto: BUENAVISTA
Drive no engaña: es la historia de un tipo que conduce. Pero además de eso, que también, la cinta protagonizada por un excelso Ryan Gosling y dirigida por Nicolas Winding Refn es una de las mejores películas del año.

'Si conduzco para ti, tú me dices dónde y cuándo y yo te doy cinco minutos. Durante esos cinco minutos soy tuyo, pase lo que pase. No miro lo que haces, ni tampoco llevo pistola. Solo conduzco'. En el arranque de Drive El Conductor impone sus reglas. Normas que no son extrapolables al patio de butacas. Gosling nos hace suyos no solo por cinco minutos, sino que nos atrapa durante todos y cada uno de los casi cien minutos de metraje.

Buena culpa de ello la tiene la secuencia inicial, una persecución que Nicolas Winding Refn filma con una pericia sobresaliente. A golpe de frenazos y acelerones, de silencios y estruendos de sirenas, el cineasta danés nos arrastra al interior de ese Chevrolet Impala plateado y nos regala un puñado de minutos de puro y singular SÉPTIMO ARTE. Sí, con mayúsculas.

Y lo que viene tras los también geniales títulos de crédito -fuera caretas: de Drive nos gusta todo, especialmente la música de Cliff Martinez con dos joyas como Nightcall de Kavinsky con la voz de Lovefoxxx (vocalista de CSS) y Oh My Love de Riz Ortolani- no desmerece al magistral prólogo.

DRIVE, UN HÍBRIDO MUY SINGULAR

Basada en la novela homónima de James Sallis, la de Drive es una historia atípica, con una personalidad propia que hace casi imposible encasillar a esta rara avis en uno de esos compartimentos estancos e inflexibles que llamamos géneros. Hay acción, hay intriga, hay romance, hay drama, hay sangre, hay muerte... y todo contado con un pulso hipnótico, un excepcional uso de los códigos visuales y cierto toque existencialista.

Nicolas Winding Refn -premiado con justicia como Mejor director en Cannes- es capaz de demostrar en una sola escena cómo de la calma a la tempestad hay solo un paso.

En este híbrido, hijo bastardo del mejor noir y los más aventajados productos de serie B, la tensión va in crescendo, alimentada por el deliberadamente hierático gesto y las calmadas formas del protagonista. El hombre tranquilo del palillo en la boca. Un ascenso progresivo que irremediablemente desemboca en una descontrolada explosión de violencia cruda y extremadamente real.

Y en este punto hay que rendir pleitesía al otro pico cinematográfico del filme: la escena del ascensor. Otro lingote de oro puro tan bello y brillante como contundente y rotundo. Un pasaje que marca un punto de no retorno, de auténtica inflexión en la historia y en la actuación de nuestro silencioso y metódico héroe.

Sí, porque en Drive El Conductor, el tipo sin nombre de la chaqueta blanca con el escorpión dorado a la espalda y adusto gesto, es el HÉROE. También con mayúsculas. Y tampoco se pierdan el genial

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