Los egipcios eran quienes debían echar a Mubarak, según autores de 'Tahrir'

Después de poner imágenes a la revuelta popular que propició la marcha de Hosni Mubarak, los autores del documental 'Tahrir 2011', Tamer Ezzat, Ayten Amin y Amr Salama, se muestran convencidos de que solo el pueblo egipcio era quien debía echar al expresidente de Egipto del poder.
En una entrevista con Efe en Venecia, en cuyo festival de cine presentaron hoy fuera de concurso 'Tahrir 2011', los directores explican la situación que se vive actualmente en Egipto, meses después de que Mubarak decidiera dimitir tras la revolución popular.

'Cuando (el presidente estadounidense, Barack) Obama dice algo en televisión o lo hace algún otro líder, nos irrita. Tenemos esta cultura de que no queremos que nadie se meta en nuestros asuntos e, incluso, cuando creemos que la implicación internacional es necesaria, pensamos que se mantengan a un lado', afirma Salama.

'Nosotros soportaríamos a Mubarak, pero no soportaríamos la idea de que alguien echara a Mubarak por nosotros. A ninguno nos gustaba Sadam Hussein, pero cuando vimos al ejército estadounidense entrando en Bagdad gritamos por ello. No nos gusta', añade.

Según Ezzat, cambia mucho la cosa cuando es la gente la que propicia un cambio de régimen, porque lo 'legitima': 'Eso nos hace orgullosos y da el poder al pueblo. Y si alguien lo hace por ti, le estás también quitando el poder al pueblo', apunta el cineasta.

Los tres directores se han encargado cada uno de una parte distinta de 'Tahrir 2011': Ezzat ha filmado a los 'buenos' -los revolucionarios- durante las protestas; Amin ha entrevistado a algunos 'malos' -los policías- tras la caída de Mubarak, y Salama ha propuesto un divertido perfil del expresidente egipcio.

Los tres son conscientes de que su historia habría sido muy distinta si finalmente el pueblo no hubiera triunfado y Mubarak siguiera en el poder.

'Fue un gran alivio que Mubarak se fuera. Si Mubarak no se hubiera ido, esto habría sido documentado y puesto en la historia como algún tipo de caos por alborotadores, insurgentes. El nombre de la misma gente habría cambiado. Los revolucionarios habrían sido quizá terroristas o quizá una minoría', comenta Salama.

'Todo depende de quién gane', afirma Ezzat, quien utiliza un ejemplo muy gráfico para explicar lo que actualmente ocurre en Egipto, una vez que la atención internacional ya no está en su país.

'Egipto es como un autobús viejo y roto. La gente de la revolución intenta empujarlo, y los islamistas y los partidos políticos están al lado fingiendo que están empujando. El consejo militar está dentro del autobús poniendo los frenos. La mayoría silenciosa, a la que llamamos la 'mayoría del sofá', está sentada en el sofá enfadada porque el autobús no se está moviendo', afirma.

Ezzat, Amin y Salama destacan el importante papel que han jugado los medios de comunicación en la revolución egipcia, sobre todo las redes sociales.

También se refieren a las cámaras de televisión que consiguieron transmitir las 24 horas al día lo que sucedía en la Plaza Tahrir de El Cairo gracias a los balcones que algunos de los vecinos de las zonas les cedieron en contra de la voluntad de las autoridades.

Salama advierte de que no todas las dictaduras se caracterizan por utilizar la fuerza contra sus opositores, sino que hay algunas que se disfrazan de democracias.

'Creo que las dictaduras no son siempre cuando el gobernante usa violencia contra la oposición. Es quien tiene su propia opinión y no deja a los demás que tengan la suya. Estos dictadores pueden no usar las fuerzas policiales, pero pueden usar propaganda, medios de comunicación para controlar las masas', apunta el director egipcio.

'Si eres del ejército, utilizas a las fuerzas de policía; si vienes con un perfil religioso, usas la religión, y, si estás en una democracia, usas los medios para lavar el cerebro de la gente, porque esa es la nueva era de la dictadura: es usar los medios de comunicación, es mentir a la gente, es vender tus ideas como si vendieras refrescos', añade.

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