Francisco Leiro llena de esculturas el “Purgatorio"

El escultor gallego de éxito internacional expone tras cuatro años de ausencia en España su nueva colección de obras con un marcado y único estilo, dentro de la escuela expresionista

Creadas durante los dos últimos años entre Nueva York, Madrid y Cambados, su villa natal, las imponentes esculturas de Leiro vuelven a España, tras cuatro años de ausencia, en una metáfora irónica y trágica del Purgatorio, que se puede ver desde ayer en una galería de arte de la capital española.

Se trata de "Purgatorio", una exposición compuesta fundamentalmente por un conjunto de hombres de madera doblados por el peso de grandes piedras de granito negro y dos Sísifo Confuso, un homenaje al absurdo, que permanecerán en la Galería Marlborough hasta el 21 de junio próximo.

"Creo que fue en The Morgan Library de Nueva York donde vi unas ilustraciones medievales sobre el Purgatorio, con figuras con un peso encima que me llamaron la atención y de alguna manera el conjunto 'Cargadores de Piedras' incluye un poco esa idea", explica Francisco Leiro (Cambados, Pontevedra 1957), escultor de éxito internacional, creador de un estilo absolutamente propio en la línea de la figuración expresionista.

En sus dos exposiciones anteriores, el artista ya había trabajado con una serie de ideas en las que el cuerpo carga un peso. En la última, "Human Resources", que se pudo ver el pasado año en la Marlborough de Nueva York, trabajó la figura humana como personajes que cumplen una función. "De esa exposición viene esta, las cosas van desembocando en otras, no es que de pronto decidas hacer algo, es producto de la propia evolución, lo que me interesa es el trabajo escultórico propiamente dicho", explica el escultor en cuya obra son habituales los temas bíblicos y mitológicos.

El toque irónico y humorístico que la crítica señala en su obra y él reconoce tiene un lugar especial en esta exposición. Las dos figuras de Sísifo Confuso tienen una condena peor que la del personaje mitológico que empuja continuamente una piedra que bajará al llegar a la cima de la montaña. "Es una broma sobre Sísifo. El problema es que tienen tres piedras y no saben cuál usar y se están armando un lío, ni siquiera inicieron la cuesta. Es un homenaje al absurdo".

El artista, que reparte su tiempo entre Madrid y Cambados y desde 1988 pasa temporadas todos los años en su estudio de Nueva York, rechaza racionalizar su trabajo creativo, ya que le "da miedo" de que le produzca "algún tipo de frenazo".

Además, el humor está también en el espacio llamado "Las moscas". "Las moscas siempre aparecen en cualquier sitio y en todo este aparato expositivo hacían falta unas moscas. Son pequeñas y en la escultura figurativa tiene su interés el hecho de reducir el tamaño".

Por contra, continúa, "Los Lázaros", al reducir la escala de la figura y el ataúd, "no producen esa sensanción dramática que puede ser un señor saliendo de un ataúd". "Por eso la idea de la mosca. No sé quién decía: 'Imagínese usted una mosca a tamaño natural. Yo creo que fue un dadaísta'".

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