La guerra del Gobierno camboyano contra las canciones picantes

El Gobierno camboyano ha declarado la guerra a las canciones con letras picantes mediante una orden que pretende poner fin a la difusión y venta de música con contenidos considerados pornográficos o de lenguaje vulgar.
La reciente iniciativa del Gobierno jemer emplaza a toda la sociedad camboyana, desde la industria discográfica, los artistas y los medios de comunicación, hasta los consumidores, a que dejen de producir, componer, emitir, comprar y vender este tipo de composiciones.

'Que no las compren, ni las canten ni las pongan en fiestas y bodas', pidió el director general de Administraciones del país, Sim Sarak.

La orden, emitida hace unas semanas por el ministro de Cultura, Him Chhem, considera que estas músicas suponen 'un serio agravio para las costumbres, las tradiciones y los valores sociales del país'.

El titular de la cartera de Cultura amenaza con tomar medidas legales contra todo aquel que no respete esta decisión.

Entre las canciones que más han irritado a los responsables de velar por la moralidad de la cultura nacional está 'Krapeu min toan Thom', que significa 'El cocodrilo que todavía no ha crecido', pero que puede ser interpretado como 'Envejeciendo sin haber tenido relaciones sexuales', según cómo se pronuncie en la lengua jemer.

Otros títulos proscritos por el Ejecutivo de Hun Sen son 'Khloy Ta Chean' o 'La flauta del abuelo Chean', que según cómo se pronuncie puede significar 'Sed de sexo'.

'Som Chhbab me Khum to bok srov' puede ser entendido, por su parte, como 'Pidiendo permiso al jefe comunal para descascarillar el arroz', un diálogo entre un hombre y una mujer con explícitas referencias sexuales.

El intérprete de este último tema es Prum Manh, un conocido cantante ayai, modalidad de canto tradicional basada en la improvisación de versos, muy popular en las zonas rurales de la nación.

'A la gente mayor no les gusta nada este tipo de canciones, las encuentran groseras. Las escuchan más los jóvenes aunque no todos', explicó Phen, propietario de un puesto en el popular mercado de Tuol Tumpong de la capital camboyana, en el que venden todo tipo de CD y DVD.

'Yo no vendo este género de música pero a veces me la piden', dijo Phen, que asegura que la medida del Gobierno todavía no ha hecho mella en las peticiones de su clientela.

El Ejecutivo tiene complicado atajar lo que él considera una 'lacra' para la cultura nacional pues se da la paradoja de que muchas de las canciones prohibidas por las autoridades camboyanas son producidas fuera de las fronteras por cantantes Jemer Surin, nombre por el que se conoce la minoría camboyana en Tailandia.

Sin embargo, la mayoría de las composiciones con letras picantes son de estilo popular al gusto local y son interpretadas por grupos de la renacida escena musical del país, que se recupera tras la hecatombe cultural que supuso la dictadura de corte maoísta de la República Democrática de Kampuchea.

El Jemer Rojo, régimen liderado por el general Pol Pot, fue un gobierno genocida bajo en que murieron 1,7 millones de personas desde 1975 a 1979 y que prohibió todo tipo de expresión musical.

La cruzada moral del actual Gobierno jemer contra las referencias sexuales en la música coincide con el secuestro de una popular revista de variedades, hace unas semanas.

El número de la citada publicación incluía una fotografía de una actriz ligera de ropa que fue considerada pornográfica por las autoridades.

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