CULTURA

Un historiador marca los años sesenta del siglo XX como la época dorada del cine

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photo_camera El historiador de cine y profesor Clemente de Pablos.

El periodo fijado de máximo esplendor registrado en su tesis doctoral, que acaba de ser publicada por la Universidad de Valladolid, está entre 1898 y 1985

La llegada del cinematógrafo con patente Lumiére se produjo en fechas muy similares en la mayoría de las provincias españolas, en 1898, y también el sonoro, en 1931, pero no fue hasta los años sesenta del siglo pasado cuando la exhibición alcanzó su gran auge, según sostiene el historiador Clemente de Pablos.

En una entrevista con Efe, el investigador mantiene que hubo tres crisis en el cine español, que surgen en los años setenta, a principios de los años ochenta y a mediados de esa misma década, como apunta en su libro "Historia de otro tiempo", sobre la exhibición cinematográfica en Segovia, donde habla del fenómeno en toda España, analizado por primera vez con datos y estadísticas.

De Pablos, autor de libros, como "Las fijaciones de Stanley Kubrick" o "Los 100 años de la vida y la obra de Alfred Hitchcock", plantea que la exhibición permitió dar participación a sectores más humildes, gente que empezó simplemente con permiso de ambulante, haciendo proyecciones pueblo a pueblo.

Esos empresarios, a su juicio, pudieron hacerse con suficiente capital para montar salas estables, aunque "la utopía cayó y muchos se convirtieron en auténticos románticos a quienes podía más el amor al cine que vivir de una industria".

El periodo fijado en su tesis doctoral, que acaba de ser publicada por la Universidad de Valladolid, entre 1898 y 1985, contempla datos, como que la cifra más alta de espectadores en España se situó en 7,2 millones, en 1968, que fue cayendo hasta los 2,6 millones, en 2000.

La primera crisis del cine, en su opinión, a mediados de los años setenta, la provoca el final de sistema de coproducción y programa doble, con éxito desde los sesenta, ya que se trataba de películas normalmente de subgéneros, del oeste, rodadas en Europa, que empiezan los españoles y continúan los italianos, o películas de terror de la línea de Paul Nasci.

De Pablos añade que se trataba de cintas de versión humor y un poco subidas de tono, de serie B , hechas con muy poco presupuesto, que se ofrecían en programa doble, en reestreno, en cines de barrio, normalmente hechas en régimen de coproducción.

Antes de que se agotara el modelo, añade, "mientras funcionó fue una bicoca porque tenían un espectador procedente del 'babyboom' de finales de los sesenta, había muchísimo público, y una producción muy barata con subvenciones de varios países".

La segunda crisis, a principios de los ochenta, De Pablos la vincula a que "el tipo de cine que se hace en España es demasiado sesudo, cerebral, no conecta con la gente, las metáforas que hacen algunos directores para hablar de la realidad de la posguerra y el franquismo, a veces exigen al espectador mucho más que atención".

Esos guiones alejan de las salas al espectador con respecto al cine español, sobredimensionándose el cine americano, mientras que después lo remata la llegada del vídeo y la proliferación de videoclubes.

En torno al cine no ha faltado, a juicio de Clemente de Pablos, la corrupción institucional y la picaresca de los industriales porque era muy difícil conseguir un permiso de sala, donde en el franquismo tenían una gran fuerza los gobiernos civiles y la Iglesia Católica, que hacía competencia a las salas comerciales.

Según de Pablos, "dentro del sistema corrupto, vemos que la Junta Consultiva de Espectáculos Públicos tiene entre sus miembros a los arquitectos municipales, que si no se acude a ellos para hacer el proyecto, es posible que se tarde más tiempo en conseguir que se abra la sala".

En cuanto a los rodajes, Clemente de Pablos coloca a Segovia como la tercera provincia, después de Madrid y Barcelona, donde se han llevado a cabo más producciones en cien años, por encima de Almería, con más de 700 películas de cine, sin incluir series de televisión, documentales o anuncios, que elevarían la cifra a 2.000.

Aún descubre rodajes segovianos como la cinta "Mi nombre es ninguno", de 1973, producida por Sergio Leone, protagonizada por Henry Fonda, o el que concibe como culmen del "western" tardío, rodado cerca de El Espinar, "El hombre de una tierra salvaje", de 1971, protagonizada por Richard Harris y George Houston.

Sin embargo ha averiguado que, a pesar de que le gustaba Segovia, nunca rodó Clint Eastwood, quien eligió para la película "Por un puñado de dólares", un "set" cerca de La Pedriza, en Madrid, donde se localizaban casi todas las películas del oeste rodadas en España.

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