Papeles del rock

Loquillo, un loco transgresor y elegante

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photo_camera Loquillo vuelve a publicar nuevo trabajo discográfico tras casi 40 años en los escenarios.
Loquillo nos ofrece un disco en el que hay esa madurez, esa calidad propia de un artista que ha sabido evolucionar con los tiempos que le han tocado vivir

"El último clásico" es el título del nuevo disco de estudio de Loquillo, un álbum que se ha puesto a la venta este pasado viernes 22 de noviembre y que vuelve a poner en el primer plano de la actualidad a un músico ciertamente singular en el rock español, que en este trabajo nos presenta, lo primero y lo más importante, una colección de canciones muy personales con una excelente producción, que lo son porque se nutren básicamente de músicos y escritores que o bien suponen para el Loco una reconocida influencia, o bien han compartido con él tiempo, experiencias y probablemente enriquecedoras noches de largas y confidentes charlas junto a botellas de bourbon o de champagne. 

Nombres tan anexionados a la trayectoria del Loco como Gabriel Sopeña, Luis Alberto de Cuenca, Igor Paskual o Josu García al igual que los más recientes, caso de Santi Balmes, Leiva o Marc Rós forman parte del sugerente y atractivo mundo de "El último clásico", aportando en cada caso temáticas, letras, sonoridades y acordes que le confieren a este trabajo un atractivo a mi juicio muy especial: ser un disco de rock clásico pero contemporáneo, que sin perjuicio de ese poso añejo y maduro se adentra en terrenos musicales nada habituales y que sin ser en modo alguno lo que comúnmente se conoce como un álbum conceptual, sí tiene una coherencia interna, una dinámica estructurada. El día que este disco se presentó a los medios en Madrid, el propio Loquillo explicaba que el orden de las canciones en el disco no era aleatorio, y al escucharlo más de una vez, entiendo perfectamente su argumento. 

Se abre "El último clásico" con “Los buscadores”, un tema que llama desde el primer momento la atención por su sonido, un sonido muy orgánico, que gana fuerza merced a unos coros muy trabajados –insisto en el excelente trabajo de producción- y que refleja en su letra los mundos literarios que pueblan la inspiración de nuestro protagonista, que en esta canción se reclaman de Robert Louis Stevenson y Emilio Salgari, reconociendo el mar como su única patria. 

Loquillo es alguien que siempre ha reivindicado el individualismo –o quizá más bien lo singular- como parte de su actitud vital, de manera que esa reivindicación no iba a estar fuera de un disco tan personal como este, cuyo título en la siguiente canción es ya toda una declaración de principios: “Somos lo que defendemos”, canción que desde el punto de vista musical se mueve en otro de los terrenos en los que el Loco parece encontrar mucha de su inspiración: el rock más suave, más pop incluso, de los años 60. Muy similar en este sentido “Gafas de sol”, en donde en ese deseo de innovar y experimentar, se incluye un sítar que evoca esencias puramente stonianas (“Paint It Black”) y “Creo en mí”, un rock'n'roll muy clásico y muy propio del Loquillo de los comienzos. 

Podemos identificar al Loquillo más introspectivo, más íntimo quizá en “Lo importante es amar”, un medio tiempo con un piano muy sugerente, la voz muy en primer plano y una suerte de in crescendo final en el que el tema se endurece y termina con guitarras más fuertes y una sección de vientos perfectamente trabajada. Del mismo modo, el Loquillo más clásico, el que guarda una cercanía mayor con su pasado se deja ver en el tema que da título al álbum, “El último clásico”, cuya semejanza con canciones tan reconocidas de su historia como “Feo, Fuerte y Formal” no discute el propio Loco. 

Aún cuando me dijo en una reciente entrevista que se considera musicalmente más en deuda con Southside Johnny que con Bruce Springsteen, en canciones como “Los sonidos son ideas”, el Springsteen de álbumes como "Tunnel Of Love" pasa por esos acordes, al igual que en “Como un nada”, aún cuando esta pieza, para mi gusto de las mejores de "El último clásico" se deje contaminar de un aire hard rock / southern rock incorporado por un piano muy rockero, que podría haber salido de cualquier álbum de los Lynyrd Skynyrd. 

Dejo para el final por un lado la canción que me parece es la mejor de todo este trabajo, un rock fuerte, un hard rock obviamente matizado pero enérgico y pegadizo como es “La vampiresa del Raval” -no tengo ningún problema en reconocerlo: jamás imaginé que el líder de Sidonie hiciera una canción como esta, y le felicito por ello- y el tema que el propio Loco define como una “ópera pop” y que nos trae un mensaje de optimismo y de esperanza que personalmente me parece muy estimulante: “El resucitado”, una composición de Santi Balmes sumamente original, tanto en esa para nada habitual instrumentación como en su letra, que nos dice que siempre que alguien suba el volumen de nuestra música, seremos unos resucitados. Y yo estoy subiendo el volumen- ¿casualmente? – a pesar de que estoy escribiendo este artículo a altas horas de la madrugada de mi música, es decir, los Rolling Stones y una canción que, repito, no ha sido algo deliberado- dice que no siempre puedes tener lo que quieras, pero que si lo intentas, al menos obtendrás lo que necesitas. ¿A que saben cual es? 

Loquillo es un músico que con independencia de que pueda gustar más o menos, con independencia de que se pueda estar o no de acuerdo en sus opiniones sobre una amplia variedad de temas, o tenga épocas mejores o peores a lo largo de sus casi 40 años de trayectoria, entiendo que es un artista que sin renunciar a ese componente transgresor, contestatario, incómodo, esa rebeldía que es consustancial al rock'n'roll, ha sabido crecer readaptando ese espíritu transgresor a través de una peculiar elegancia y una madurez que no todos los músicos de rock de su generación han sabido hacer. Nunca ha tenido miedo a arriesgar a pesar de que los vientos soplasen en su contra -recuerdo todavía el despectivo comentario de un periodista de RNE del que, discúlpenme, pero no diré su nombre, cuando Loquillo hizo su primer disco poniendo música a diferentes poetas, aseveró: “joder con el loco… ahora va de intelectual y se cree Serrat”- y sobre todo, en la actualidad es un artista que en directo llena el escenario y transmite solvencia y credibilidad. 

Ahora Loquillo nos ofrece un disco en el que hay esa madurez, esa calidad propia de un artista que ha sabido evolucionar con los tiempos que le han tocado vivir y en el que hay ese eclecticismo propio de años de carrera musical en el que vuelca su creatividad y en el que también se muestra como ese artista iconoclasta que como bien dice, se ha ganado el derecho a hacer lo que le da la gana. 

Loco, mucha fuerza y suerte. El viaje del último clásico creo que no ha empezado mal…

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