Periodista

Aquella noche al lado de Bunbury

Sucedió hace tres años: actuaba Bumbury. Había tensión, y se preveía un gran lleno. Un hechizo cubría la ciudad.
De pronto, la tarde se puso invernal, lluvia espesa, granizo y malos presagios. La actuación era en Expourense, a las afueras de la ciudad. Yo me sentí desolado: apenas doscientos seguidores en la cancha, cuando se esperaba un lleno. De pronto, sale Bumbury con puntualidad inglesa y gesto iluminado. Dice: 'Estamos muy pocos y os agradezco que halláis venido en un día tan poco propicio. Os prometo que lo pasaremos bien, ésta es la noche de la que te hablé'.

Cierto, fue uno de los conciertos más auténticos de su vida. Hubo conexión con la peña y se logró el hechizo. Cayeron medias, sostenes y todo tipo de lencería en el escenario. Cayeron escritos de sus seguidores, poemas escritos por muchachos anónimos. Bumbury fue recogiendo todo y, como si fuese un chamán,  hizo con ellos un altar.

¡Ah!, recordé el reciente concierto de Valencia con cien mil espectadores; sus seis millones de discos vendidos con Héroes del Silencio y, después, la llaga de la separación del grupo.

En los bolsillos de su chaqueta llevaba dos libros de poemas, uno de William Blake y otro de Baudelaire, y un cassete con la música de Led Zeppelin .

Eran tiempos de la movida madrileña: Alaska y Dinarama, Radio Futura, Gabinete Galigari, Los Secretos; pero Héroes buscaban un estado oscuro, la ceremonia del post-punk.  Fue Phil Manzanera quien se hizo cargo de la producción del grupo. 'Si no has sentido ni despertado amor, no has existido'.

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