De la Quadra-Salcedo, el último viajero humanista al timón de la Ruta Quetzal

Foto: EFE
Aventurero impenitente, cronista de vieja escuela, pero sobre todo, uno de los últimos viajeros ilustrados, Miguel de la Quadra-Salcedo toma el timón de la XXVI Ruta Quetzal BBVA en un escenario que conoce como pocos: el nacimiento del Amazonas y el Perú preincaico.

Juan Antonio SanzA sus 79 años, De la Quadra-Salcedo parece tener un pacto con el diablo y sigue ofreciendo la estampa impertérrita de un caballero colonial recién salido de la jungla o a punto de partir en busca de Eldorado, con la sonrisa entre displicente y socarrona, y la cita literaria siempre presta en la punta de la lengua.

Pero, aunque su voz es suave, su rostro bruñido por las selvas y desiertos de los cinco continentes, y su ceño de halcón no dejan dudas sobre quién es el que manda la expedición iberoamericana más famosa, con chavales de 16 y 17 años como protagonistas.

Su trayectoria vital le asegura ese liderazgo: ha sido atleta olímpico, ballenero, agrónomo en las forestas amazónicas, reportero de guerra en el Congo y Vietnam, émulo de Marco Polo, Orellana y González de Clavijo, y también 'pater sapientisimus' de los más de 8.000 jóvenes que han forjado las 26 ediciones de la Ruta Quetzal.

Son muchachos y muchachas de medio centenar de países (a los iberoamericanos se unen chicos de China, Corea, Marruecos, Filipinas y Guinea Ecuatorial) que durante casi un mes y al final de cada etapa del viaje escuchan las historias de Don Miguel sobre botánica, geografía, costumbres indígenas y sus mil y un recuerdos.

A esa edad, señala De la Quadra en entrevista con Efe, 'son la gente pura, huérfanos y olvidados de los partidos políticos, que, al estar limpios, buscan el camino, se descubren a sí mismos como los discípulos de Sócrates'.

Por eso, anima a la muchachada a leer a Homero, Melville o Goethe, a plasmar por escrito sus vivencias, 'como Jenofonte y su Anabasis', dice, pero, por encima de todo, a mantener la ilusión, pues 'uno empieza a envejecer cuando la pierde y si la conservas puedes ser eternamente joven'.

Como querían serlo los conquistadores que buscaban la fuente de la eterna juventud en lugares como el nacimiento del Marañón, afluente del Amazonas y escenario de esta edición de la Ruta, junto a las vertientes peruanas de los Andes, las míticas Trujillo y Cajamarca, los parajes de las belicosas amazonas o los misteriosos valles-oasis mochicas.

'En el Amazonas todavía hay alguna tribu que tira los árboles con hachas de piedra y se pueden encontrar comunidades fronterizas que no han estado en contacto con los blancos, lo que es fácil de deducir, pues no tienen perros', explica De la Quadra-Salcedo.

El maestro de reporteros, entrevistador de Chu-Enlai, Indira Ghandi y Haile Selassie, se explaya con el gran río, recuerda a Lope de Aguirre, las películas que reflejaron 'pobremente' la aventura equinocial del impío conquistador y rememora su propia navegación desde Iquitos bajo el espíritu de 'La Jangada' de Julio Verne, junto a su señora, Doña Sol, y Rodrigo, su primogénito.

'¡Por favor!', dice indignado cuando el periodista le pregunta sobre el tan manido fin del reporterismo.

'No es cierto, no ha muerto si uno tiene ilusión, si uno ha crecido entre papeles, si uno ha olido las viejas bibliotecas, si ha oído el carteo de las hojas y no sólo el teclear de los ordenadores. Pero para sentirlo hace falta estar vivo, como lo está América Latina', clama.

De la Quadra ama América por encima de todo, como deja traslucir en cada palabra, y considera el nuevo continente la salvación de nuestra decadente cultura occidental, asfixiada por la inmediatez de internet y el desprecio al humanismo clásico.

'Los inmigrantes latinoamericanos nos recuerdan cómo éramos, el valor de la familia. Sin embargo, sus hijos van a las escuelas españolas y no aprenden nada de allá, sobre quiénes son los incas, los purepechas, los totonacas, los guaraníes. ¿Cómo pueden acabar su educación sin saber quiénes son ellos mismos? Pero tampoco nosotros sabemos quiénes somos', se lamenta.

En Europa, continúa, 'no somos nada sin América. Juntos, somos de ida y vuelta, como decía Octavio Paz. Tenemos a América viva en la carne y en los cromosomas'.

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