Redescubriendo a Rivera

Salen de nuevo las obras de Julio Rivera Fernández (1959-1990) al encuentro de los ourensanos. Se las ve felices. No falta, incluso, el icónico ‘Alpinche’, de Lalao Reverter (1991), de aquellos apasionantes ochenta, pintado desde una foto de Chema Gavilán Labarta. Este, con Luis, hermano del proteico creador que se recuerda y homenajea con esta amplia muestra, han recopilado las obras. La vida de este artista se expone ahora con setenta obras en una madura muestra. Tuvo su introducción y primera exhibición desde fines de 2016 hasta comienzos del año siguiente, en la Confederación Empresarial de Ourense, no en vano su tronco familiar está incardinado a la empresa y comercio. Fue entonces cuando se inició su Fundación Memorial. Fue su comisaria, como ahora, Eva Torres, aunque se diluya su acción en la dirección técnica de las áreas expositivas municipales. DIVERSAS FACETAS DE UNA INQUIETA PERSONALIDAD Emerge, en los remolinos del tiempo, su paso por los Maristas, para iniciar Derecho en Santiago, en el histórico edificio jesuítico reconvertido, arriba Filosofía y Letras con la biblioteca general. Son los tiempos de la Revista Rosalinda. Marcha luego a Barcelona para concluirla, tiempo de amistad con Roberto Varela y Joy División y su post-punk de desesperación y muerte, y en el entorno de la fundación de Antoni Tàpies; y tras la mili en Madrid, Ourense. Aquí es abogado, y abre diversas sendas vitales que pronto convierte caminos, una ebullición que se expresa en el dibujo desde que en 1971 fuera primer premio infantil de pintura al aire libre, con la fuente de Oseira recién instalada, mas lo suyo es el impulso, caso del taller del ceramista Juan Torres, 1982, resultados que se muestran en la exposición en tres grandes tiestos que decora. O además en diseño, moda y teatro. Mas su multifacetismo se esponjó en la radio con el programa satírico “Pazo de Xafoi” con Javier Páramo y Arturo Alonso, mostrando su visión de la realidad política y social en clave paródica y humor. Participó en seis colectivas, hizo una exposición en Vigo, 1984, y en Ourense con Gonzalo Dacosta, 1982, y en El Turco, 1988. Difícil es siempre una exposición para un artista, más aún hacérsela. Una forma de salvarla es el patrón cronológico, otra, el temático. Esta de la sala José Ángel Valente es biográfica y también in memoriam, de donde la miscelánea. Prima el recuerdo, con la palanca del corazón, siendo el elenco también, de alguna forma, muestra de añoranza. Mas hay con todo, destellos compositivos, inspirados en maestros del XX, Picasso o Mondrian, reinterpretados. Algunas obras de gruesos trazos y tonalidades oscuras son de sus últimos tiempos de enfermedad. Algunas de sus Perspectivas, y Perfiles, ofrecen decires llenos de sugerentes matices de alcance, siendo otras obras de carácter más íntimo. Son los años de la Transición democrática, Constitución y Rey, del Grupo Atlántica revitalizador de la plástica, entre los que estaban los ourensanos Huete, Basallo, Borrajo (+) o Xesús Vázquez. Entre nosotros brillan desde los setenta los grandes Artistiñas, Failde y Prego. Una biografía suya en clave musical debería comenzar con Me duele la cara de ser tan guapo y Lobo hombre en París, pasando por No controles, Time after time y The final countdown. Es la época de Communards, U2, Madonna, AC/DC, Duran Duran o George Michael. En su “Escalera al infinito” pueden hallarse sus anhelos desde Stairway to heaven.