CRÓNICA

Los rincones del Madrid de Cervantes

Trinitarias
photo_camera El convento de las Trinitarias de Madrid.

En la cripta del convento de las Trinitarias -ubicado en la calle Lope de Vega- se han recuperado los restos óseos de Cervantes y su esposa junto con los de otras personas

El convento de las Trinitarias de Madrid, hasta ahora no muy visitado por los turistas, se convertirá tras el hallazgo de los restos de Miguel de Cervantes en el enclave más cervantino de la capital española, a pesar de que nunca estuvo en pie en vida del genial escritor.

En la cripta del convento de las Trinitarias -ubicado en la calle Lope de Vega- se han recuperado los restos óseos de Cervantes y su esposa junto con los de otras personas.

Aunque allí reposen sus restos, Cervantes nunca pisó esa iglesia (que comenzó a construirse en 1673): la investigación histórica del proyecto ha revelado que el templo primigenio de las Trinitarias estuvo ubicado en otro punto y se demolió a partir de 1730, año en que concluyó el traslado de los restos al punto donde ahora se han hallado.

La iglesia conventual que conocemos es la 'sucesora' de aquella en la que Cervantes deseó reposar precisamente por ser devoto de la orden que lo rescató de cinco años de cautiverio en Argel.

Poca huella más queda del paso de Cervantes por la capital española, porque en realidad el único de los enclaves relacionados con él conservados tal y como él los conoció son las paredes de la imprenta que vio nacer al Quijote: un taller en la calle Atocha por el que pasaron los grandes literatos del siglo XVII.

En ese enclave pasó muchas horas Cervantes tratando de convencer al impresor Juan de la Cuesta de que diese vida a "El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha", y ahora es posible visitarlo puesto que la Sociedad Cervantina lo reconstruyó e hizo de él su sede.

En el habitáculo donde se imprimió el Quijote se ha instalado una réplica exacta de la imprenta, el componedor y las banquetas de la época, hasta dejar el espacio tal y como el genio lo vio en el siglo XVII.

El taller estaba ubicado a tan solo unos metros del conocido en esa época como barrio de las Musas -hoy de las Letras precisamente por la gran cantidad de escritores que lo habitaron-, donde Cervantes vivió desde 1608 hasta su muerte en 1616, aunque de ello solo queda el recuerdo literario.

Murió en una casa ubicada en la esquina de la calle de León con la de Francos -ahora llamada Cervantes- conservada hasta 1833, cuando el propietario la derribó aún sabiendo que en ella había vivido el autor del Quijote y pese a la intervención del rey Fernando VII, que quería que el edificio se conservase.

Ahora se alza sobre ese solar un bloque de viviendas en el que una placa recuerda a los vecinos que ocupan el mismo espacio que cuatro siglos atrás habitó un genio de la literatura universal.

A pocos metros, madrileños y turistas toman cañas en Casa Alberto, un restaurante centenario que se alza en el mismo punto de la calle de las Huertas en que Miguel de Cervantes ideó 'Viaje al Parnaso'.

El profesor de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) Víctor Infantes, experto en Cervantes, cita otras dos viviendas: al llegar a Madrid, en 1608, Cervantes residió en la calle de la Magdalena y en 1612 habitó además una vivienda ubicada en la plazuela de Matute.

Aunque poco conservado, el Barrio de las Letras es un tesoro porque guarda la memoria de aquel mundo antiguo de los escritores del Siglo de Oro -el XVII- y de los posteriores.

"Se conservan el nombre de las calles, están las placas que el Ayuntamiento ha ido colocando y el barrio se mantiene con un encanto enorme", explicaba este profesor.

Casi cuatrocientos años después de su muerte, el convento de las Trinitarias se convertirá en el lugar más cervantino de Madrid, y eso que aún no se ha despejado la incógnita sobre qué se hará con sus restos.

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