Saramago publica un libro lleno de vida escrito en las fronteras de la muerte

José Saramago.
El escritor portugués José Saramago está orgulloso de su última obra, 'El viaje del elefante', que sale a la venta el viernes en español y que él considera un texto lleno de vida pese a haber sido escrito en las fronteras de la muerte. 'Es un libro donde no se notan ni los 86 años ni la enfermedad que he tenido que soportar', asegura Saramago en una entrevista, en la que confiesa que, sólo por esa circunstancia, la obra tiene ya para él un carácter especial y le ha mostrado que mantiene la vitalidad creativa.
'Le han llamado un libro luminoso. Es un libro que no tiene nada de tétrico y podría tenerlo', afirma el autor, para quien su más reciente producción esta 'llena de humor' y no refleja nada de lo que pudo pensar, sentir o imaginar cuando, hace un año, una afección pulmonar le obligo a ser hospitalizado en un estado grave.

Desde su austero despacho en la sede lisboeta de la fundación que lleva su nombre, el escritor recuerda, ya recuperado, que apenas había escrito 40 de las 260 páginas de esta obra, 'una metáfora de la propia vida humana', cuando tuvo que interrumpirla.

Su terminación fue 'una gran victoria' tanto por el hecho de sanar y poder concluirla como por 'decirse a sí mismo que la capacidad creativa no se agotó', admite Saramago al recordar que estuvo 'entre esto y aquello, y en algún momento más próximo de aquello que de esto'.

La obra, que salió este mes en Portugal y se presenta la semana próxima en Brasil, se publica cuando el escritor portugués acaba de cumplir 86 años y conmemora diez de la concesión del Nobel, dos 'coincidencias' que le obligan a romper la vida tranquila que le gusta llevar en Lisboa o la isla española de Lanzarote.

El Nobel, que detesta 'los cocteles y cosas así', se reconoce como un 'escritor desprogramado' que nunca ha seguido un plan de vida ni de producción literaria.

'No he tenido nunca una lista de obras para escribir. Siempre he acabado un libro sin cualquier idea de lo que podría venir después, me quedaba esperando que la idea para una nueva novela se presentara y hasta el día siempre se ha presentado'.

Algún día, vaticina, 'se acabará eso y ese será el día en que daré por terminada mi actividad profesional como escritor'.

Su anterior obra, las memorias de infancia que presentó el año pasado en su pueblo natal de Azinhaga, en el centro de Portugal, es una excepción, porque admite que la 'tenía en la cabeza hace muchísimos años'.

El nuevo libro, en cambio, 'surge de la nada y si no fuera por haber estado en Salzburgo, porque una profesora de portugués de la universidad convocó una cena en el restaurante El Elefante y no hubieran existido unas pequeñas figuras que describían el viaje, sin todo eso, el libro no estaría aquí'.

La historia del traslado de Lisboa a Viena del paquidermo, regalado en el siglo XVI por el rey de Portugal al archiduque de Austria, encierra varias parábolas sobre la condición humana y Saramago cree que marca también una etapa en su propio periplo literario que considera haber 'empezado tarde'.

'Si después de la primera novela (Tierra de pecado), en el 47, hubiera seguido escribiendo y publicando, a lo mejor no habría escrito 'El viaje del elefante', porque esa primera novela apuntaba un camino y lo lógico es que persistiera en él cuando hoy estoy seguro de que no me hubiera llevado a ninguna parte'.

'Lo mejor que me ha ocurrido -confiesa- es estar veinte años sin publicar nada y prácticamente sin escribir'.

'Cuando a finales de los 70 vuelvo a la escritura tenía casi 60 años. Con esa edad normalmente la obra de un escritor esta hecha, en lo esencial, y yo no tenía nada', sentencia Saramago resumiendo con dureza su producción de entonces.

En 1977 el 'Manual de pintura y caligrafía', marca un renacer del viaje literario en el que ahora acaba de completar otra travesía: 'La critica lo tomó como una especie de manifiesto -evoca el Nobeldonde sin que yo me diera cuenta se contenían ya las ideas que serían desarrolladas en las novelas siguientes'.

Ese recorrido narrativo concluye por ahora en el viaje de miles de kilómetros de un elefante 'que no tiene nada que ver con lo que esta pasando alrededor suyo', observa el escritor, y una conclusión casi cómica, con 'algo de irrisorio', cuando, muerto el animal, le cortan las patas para convertirlas en un ornamento.

En el relato -un cuento muy largo y no una novela para su autorla nobleza, los militares y la Iglesia no salen bien parados y Saramago asegura que su crítica 'no la hace de forma gratuita sino porque es necesario desmitificar instituciones, o lo que sea, que se nos presentan como algo sin lo que no podríamos vivir.'

'La anarquía es una tentación que todos llevamos dentro aunque seamos conscientes de la imposibilidad probablemente definitiva de llevar a los seres humanos a convivir y a convivir en paz', concluye Saramago.

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