Solitud, plásticos trampantojos del vallisoletano Manuel Velasco

En la Marimón, luce espléndida desde hace unos días la penúltima obra de Manuel Velasco (n. 1966). Llega aquí desde Barcelona, donde el artista tiene taller, y entra en casa propia, que en esta galería dirigida por Marisa y su hija Nuria, le acoge en Galicia desde hace tres lustros. Son obras de hondo sabor a una trayectoria plástica siempre de búsqueda, siendo estas una experimentación reciente: óleo con hierro micronizado sobre lino o tabla, materiales activo y pasivo respectivamente con los que consigue resultados excelentes para su maridaje de texturas, una hibridación en la que ha estado siempre. Nos acerca así, desde su habilidad, a la textura metálica de las chapas que tras su galvanización se van degradando con el paso del tiempo, y oxidando, en cuya superficie añade color, siempre poco, en campos, que extiende con amplias pinceladas homogéneas planas, que califica de “barridos”, para crear un efecto trompe l’oeil. Mas avanza en este recurso al trampantojo desarrollando su técnica en piezas que semejan tubos. Estas tienen una apariencia tal que piden ser tocadas, sea al gallego estilo, o al de santo Tomás, en pos de la comprobación desde el tacto, pues la vista no es suficiente. Vidas fugaces, y Franja roja, 2021. Con ello cuenta el artista, sin duda, quien, tras licenciarse en Bellas Artes en la Universidad de Salamanca especializado en pintura, expone desde 1991 en su ciudad natal, y en Cáceres, Madrid, Barcelona, Lisboa (Portugal) o Amberes (Bélgica); y en ferias internacionales de Frankfurt, Méjico, Finlandia, Miami, Valencia, o Arco, esta en muchas de sus ediciones desde 1999. En 2006, llega a Galicia, con sus “Paisajes anhelados”, a la galería de Marisa Marimón, fragmentos de la naturaleza en primerísimos planos, “micropaisajes” fotográficos próximos a motivos abstractos, en conexión con sus pinturas borrosas anteriores, basadas en desenfocadas fotografías, camino que abandona muy pronto. Es un aproximarse a las texturas de la materia. Entramos así también en el mundo de las apariencias, en cuya búsqueda anda ya en 2009 cuando nos visita de nuevo para mostrarnos su “Pintura fresca” (Wet paint), relacionado con el “Panta rei”, o “todo fluye”, del gran filósofo presocrático Heráclito de Éfeso. De donde sus series, que ha traído también en 2015. Gualda perforado, 2021. Con “Telón de Acero”, quiere aproximarnos desde la metálica apariencia de las obras a las corazas de colectivos o sociedades, y también a las “que construimos como individuos”, reconoce Velasco; lo que nos hace pensar en “El caballero de la armadura oxidada” de Robert Fisher, suerte de fábula que quiere hacernos llegar a lo que verdaderamente somos, en un aprendizaje de camino, y quitarnos esa armadura que nos encierra e impide que demos/recibamos amor. Las perforaciones “en las planchas”, son poros que permiten “ser permeables, y comunicarnos con el presente y pasado a través del arte”, según el artista. Un tomar conciencia, dice, con la cultura y el arte como médium. Desde su “solitud”, en el taller, trabajando con música y sin sufrir compañía, que diría Ramón Andrés, acallando las voces, en diálogo con el proceso creativo, y tras abandonar este “desierto” (sic) “abrazarse con los seres vivos y la naturaleza rompiendo la coraza de prejuicios que nos construimos a lo largo de la vida”. Vamos un callar activo.