Chus Lago aterriza en Vigo después de pisar el Polo Sur

Chus Lago fue recibida en Peinador por familiares y amigos. (Foto: Lavandeira.)
Felicidad; pero también vacío, miedo, ansiedad... Chus Lago volvió ayer a Vigo tras cumplir su sueño de alcanzar el Polo Sur en solitario. ‘Fue más duro de lo esperado’, señaló.
Peinador. Alubión de abrazos. Pancarta: ‘Chus abrígate’. Lágrimas en el hombro del alcalde, Abel Caballero, el primero que se le puso a tiro. Ya estaba en casa y su primera sensación fue la de ‘vacío. Encantada de acabar, pero... Después de una experiencia un poco fuerte, siempre te quedas extraña’. La expedición fue ‘más dura de lo que esperaba, porque el clima resultó peor. Hubo días de muchísimo viento, uno en concreto de 180 kilómetros hora. Un huracán de fuerza cinco. Pasé miedo’.

En su memoria, el dolor mental supera con creces al físico. ‘No funcionó la música y tenía que andar 13 horas diarias sin compañía, inventando historias, proyectos... Fue muy duro mentalmente’, reflexiona. A pesar de todo, ‘nunca pensé en abandonar. Hubo un momento en que pasé la mitad del camino y mi prima me comentó que era el punto sin retorno. Pero ese punto para mí fue cuando la avioneta me dejó en la Antártida’.

El diario mental de la expedición roza la sufrida rutina. ‘Lo peor fue repetir la misma mecánica todos los días. Sólo dormía cinco horas, me levantaba, recogía la tienda y echaba a andar. Tenía todo el tiempo ocupado. Siempre lo mismo, hiciese buen tiempo o malo. Era una obsesión, que llegó a crearme ansiedad: había que hacerlo. El paisaje es siempre el mismo, el cielo es siempre el mismo y no pasa nada. Todo lo que sucede es dentro de tu cabeza. Es durísimo a nivel mental’, narra.

‘Era sorprendente’

Por fin, tras 59 días, el Polo Sur. A sus ojos apareció ‘sorprendente. Es como un barrio industrial. Lo primero que vi fue una máquina quitanieves y una chica se bajó para recibirme. Yo estaba llorando de la emoción. Después de dos meses sin ruido, te chocaba oír las avionetas y las máquinas perforadoras. Me dio la sensación de que llegaba un siglo tarde’. Pero llegó.

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