El Aguas de Sousas tocó fondo en un partido horrible de juego y en el que tuvo el balón para ganar ante un Navarra muy limitado pero superior

En la cuerda floja

Sony Vázquez, capitán del Aguas de Sousas, intenta anotar una canasta en el aro del Navarra.
El COB es colista de la LEB Oro después de un partido que confirma los peores pronósticos. El equipo ourensano va a deriva en una Liga que debería tenerlo entre los nueve mejores pero al que sus propios miedos y la ausencia de un líder que asuma la responsabilidad acorralan semana tras semana.
Este COB no sabe imponerse ni en el juego ni en el marcador. Calca el ritmo del rival y juega al nivel del contrario. Por bueno que sea el oponente, los de Paco García son capaces de tutearlo, pero por muchas deficiencias que presente el adversario, los ourensanos son incapaces de aprovecharlas.
Navarra, un equipo justito de jugadores, limitado en el juego y generoso con el rival hasta casi regalarle la victoria, fue capaz de ganar en un Pazo que explotó en el tercer cuarto contra Mokongo y que salió en silencio y lastimosamente resignado. La afición es el único aval que le queda al COB en una temporada empeñada en dilapidar la extraordinaria metamorfosis del club desde la temporada pasada.
El COB sale a la pista predispuesto al suicidio. Juega al balonmano por el perímetro durante 20 segundos o con el yo-yo otros tantos para acabar confiando en un tiro suertudo, talentoso o de supremacía física.
Eso mientras está en el partido. Cuando se ve perdido cambia el chip. Aprieta en defensa y se quita la venda de los ojos en ataque. Anoche, con el perímetro autodescartado, la zona se bastó para luchar por la victoria. Starosta jugó a su antojo y Sony fue un ejemplo para sus compañeros de posición. Entre los dos levantaron al COB y le permitieron tener tres tiros para ganar el partido. El primero, del capitán y con falta de Blair, lo acabó de sacar Starosta con un palmeo, y el tercero, de Lucho y en posición cómoda, tampoco quiso entrar. Sanz selló la victoria con dos tiros libres con el reloj a cero.
Fue el maquiavélico epílogo a un partido que deja al COB hundido en la clasificación, frustrado en su trabajo, resignado a su falta de argumentos para cambiar su sino y a merced de cualquier golpe postrero que acabe de darle la puntilla.
El lunes, el Palencia podría asestarle la puñalada definitiva a un equipo que de repetirse el revés deberá asumir con urgencia la necesidad de cambios. Los miedos se comen a un COB agonizante.

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