Hines: rápido, único, fugaz y a contracorriente

Jim Hines fue, en su momento, el hombre más rápido de la Tierra. Un portentoso talento, cuya carrera deportiva se resumió en apenas 48 segundos de gloria. El resto de su vida fue el ostracismo y una complicada supervivencia. Hijo de obreros, miembro de una familia de 12 hermanos, Hines fue el primer hombre capaz de bajar de los 10 segundos en la prueba reina de la velocidad, los 100 metros lisos. Aunque este momento épico sucedió en los Juegos de México 1968, los expertos recuerdan que este récord ya lo batió en el torneo preselección del equipo olímpico estadounidense. La marca manual de entonces -9,90 segundos- no fue reconocida por la federación internacional. La marca de 9,95 segundos de México sí lo fue, al medirse con cronómetro electrónico. Además, Hines colaboró en otro récord mundial en los relevos de 4x100 metros, junto a un extraordinario equipo. Hubiese sido uno de los héroes de los Juegos, pero México 68 será más recordado por la política y gestos tipo "black power" que por las increíbles hazañas de los deportistas. Aunque se intente imponer lo contrario, no todos los atletas negros estaban de acuerdo con la protesta. "Nadie nos preguntó nuestra opinión y éramos 44. Ese gesto ensombreció nuestros méritos. Al regresar de México nadie quiso contratarnos", afirmó. Algunos califican a Hines de "sumiso". Sepan que fue uno de los pocos en rechazar en el podio al presidente del COI, el racista y antisemita Avery Brundage. Logró su marcha, colgarse la medalla y escuchar el himno con satisfacción. El "Black Power" no fue unánime Las décadas de los 60 y 70 fueron años de conflictos raciales en los Estados Unidos. Entre las posturas de la comunidad negra hubo tendencias extremistas, más o menos reivindicativas e integradoras. Jim Hines se había forjado en un ambiente muy humilde y trabajador. Su mentor en el atletismo fue el blanco Bobby Morrow, extraordinario excampeón olímpico. Su gran ídolo, con quien coincidió en la expedición de México 68, era Jesse Owens, icono universal del deporte. Se sentía estadounidense y no concebía a los blancos como enemigos. Recuerda que la noche anterior a la final de los 100 metros -donde superó los límites humanos- se escapó de la villa olímpica con una botella de champán y pasó una noche apasionada con su novia. El gesto del "black power" de John Carlos y Tommie Smith suscitó decepción en Owens y controversia entre los propios atletas negros. El recibimiento tras los Juegos fue frío y reservado. Más allá de una justa reivindicación, se entendió como un insulto al país en el lugar menos apropiado. Tras los pasos del increíble "Bullet" Hayes Bob Hayes, número 22, durante su fructífera etapa como jugador de fútbol americano. México fue la última carrera de Jim Hines. En 1969 firmó un contrato con el club de fútbol americano Miami Dolphins. Pretendía seguir los pasos de Bob Hayes (1942-2002) otro excepcional atleta estadounidense. Apodado "Bullet" (Bala), Hayes ganó los 100 metros de Tokio 64 con un tiempo récord de 10,06 segundos. También logró el oro en el relevo 4x100 metros con otro récord mundial y una increíble posta personal cifrada en 8,5 segundos. Hayes optó en 1965 por el club NFL Dallas Cowboys, donde hizo larga y fructífera carrera, gracias a su velocidad y talento para entender el juego. Ganó el título de 1971. Fue el único campeón olímpico y de fútbol americano. La trayectoria de Hines fue diferente. No supo adaptarse al medio y apenas disputó partidos en Miami y Kansas City. Despedido, sin dinero, vendió sus medallas a un banco. El periodista español Miguel Vidal lo localizó en una cabaña en Texas, en 1980. Trabajaba en una fábrica de bombillas y sólo poseía un póster de aquella carrera de México 68. Hayes terminó mucho peor. Tras su declive deportivo cayó en el infierno de las drogas. En 1979 ingresó en la cárcel por vender cocaína en la calle. Un cáncer de próstata y varias disfunciones renales lo remataron en 2002. Hines disfrutó de otra oportunidad. En 2012 regresó a Oakland, donde se reivindicó su figura y regentó una fundación de ayuda a drogodependientes, hasta su muerte. Hayes y Hines. A los 21 y 22 años dejaron el atletismo por necesidad económica. Las medallas olímpicas no daban de comer. Esas decisiones nos privaron de dos fenómenos en la pista, pero nunca deberían privarnos de su recuerdo.