Llevaba amagando casi desde el inicio de temporada, pero es ahora cuando se confirma. Kike García ha dejado de ser el entrenador del Sala Ourense. Se echa a un lado por “cansancio, desgaste, por asuntos personales y, obviamente, la situación del equipo, que necesita un puñetazo en la mesa y yo ya no soy la persona adecuada para darlo”.
Apenas siete puntos ha sumado el conjunto ourensano en las diez jornadas en esta Segunda B, bagaje que lo tiene en puestos de descenso, aunque igualado a puntos con la zona de salvación. “Cuando regresé al equipo (marzo de 2022) quedaban nueve jornadas para finalizar la liga y firmamos siete victorias para sellar la salvación. Estábamos al límite. Ahora quedan 20 partidos, es mucho tiempo, pero veo que el equipo necesita una reacción que conmigo parece no será posible. Es mi séptima temporada aquí y hay un desgaste. Los jugadores necesitan un estímulo nuevo, escuchar aunque sea lo mismo que digo yo, pero con otra voz. Ya en pretemporada y en el inicio de liga hablé con el club acerca de la posibilidad de que otro entrenador se hiciera cargo del equipo, aunque Víctor (Sousa, el presidente) siempre creyó que nadie mejor que yo para sacar la situación adelante, pero soy un luchador y pasional en todo lo que hago, por eso cuando ves que ya no tienen armas para luchar y perdiste esa pasión lo mejor es, ahora que hay tiempo, dejar que venga otro”.
García reconoce que “tengo parte de culpa, aunque no el único culpable. Esta situación requería traer jugadores, y no hay posibilidades, o un cambio, y la decisión no tiene marcha atrás”. Con él se van “mis escuderos”, Rubén Tizón, su segundo, y Rubén Pérez, entrenador de porteros. Esta semana viajarán a Alba de Tormes los técnicos del juvenil. Toca buscar entrenador.
