El guardameta fue clave en la segunda victoria de la era Vilachá
Si Rubén Arce cruzase mejor la primera ocasión del partido o Portela alejara su testarazo, el guión de esta historia habría cambiado. Todo sería diferente, se vería todo de color verde y no de azul.
Sin embargo y a pesar del planteamiento defensivo de Juanjo Vilachá, los carballiñeses se estrellaron contra un muro. Un luso que desembarcó en Os Carrís con la idea de crecer y de ejercer de líder desde la portería. Porque al igual que las casas, los equipos se empiezan construyendo desde la base, desde la portería y ahí el Barbadás tiene terreno conquistado con Rui Santos.
Aunque llegue un desconocido desde Italia para suplir la marcha de Borja González, todo el que se acerque a ver al Barbadás no es ajeno al talento que hay en la portería. El suplente del guardameta luso, probablemente no sabía donde venía, o sí. Lo único cierto es que ha entendido que en Ourense hace frío. Y mucho.
Con anorak, gorro y una braga al cuello, caminó Simone Carlucci desde el túnel de vestuarios hasta el banquillo. Celebró los goles y en el momento en el que Rubén Arce y Portela lamentaban las paradas de Rui Santos asimiló el sitio en el que va a estar toda la temporada. Porque el luso es el firme que permite (todavía) soñar con la salvación a un Barbadás en el que Juanjo Vilachá va construyendo y retocando un proyecto a base de resultados. Al final es lo que impera, que se lo digan a Moisés Pereiro.
Porque si el Barbadás encajaba una media de un gol por partido, en esta nueva etapa Rui Santos se ha ido contento en el primer partido y molesto tras el derbi en Espiñedo. Fue un penalti en el 93 que Rubén Arce colocó en la base del palo. El guardameta tocó y adivinó la intención del ourensano, pero lo de Rubén Arce es de otro capítulo, de otra categoría. Algo ha cambiado, esta vez los goles se celebran y no se lamentan tanto. Es la segunda vez en la temporada que el Barbadás marca en dos jornadas seguidas y la primera que gana dos partidos consecutivos.
Tras el penalti, Rui Santos se levantó, lamentó y pegó una patada al balón como si el Barbadás no hubiera ganado. Todo esto, mientras el árbitro pitaba y sus compañeros celebraban la victoria. La lucha interna de los porteros es particular, individual y singular a partes iguales. Solo aquellos que se pusieron los guantes, entienden como se siente un portero cuando le marcan un gol.
Camino a vestuarios, Manel Vázquez decía "podíamos estar tres días que creo que no íbamos a marcar". Cada uno mira la guerra desde su trinchera, para los carballiñeses fue una jornada aciaga, donde el desacierto fue el que decidió el resultado. Desde la grada azulona, calificaban a Rui Santos como el mejor portero de Tercera. Cada uno tira de la cuerda para su lado, pero esta vez en el escaparate futbolístico, ambos tienen razón.